Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 27 de diciembre de 2011

Dime cómo te llamas y te diré cómo eres (mujeres)

Así de simple. El título de este post explica clarito como reflejo de peluquería de qué va la cosa. Quiero avisarles para no herir susceptibilidades que no hay un fundamento científico en mi teoría. Es simple experiencia, anécdotas escuchadas, algo de imaginación y mucho de cómo suenan los nombres. Vamos.

- Agustina: petisas pero muy lindas. Delantera generosa. Eligen carreras que tienen que ver con lo social. Raro que se dediquen a los números.
- Ana: sufriste un poco por alguna persona que no era como pensabas. Tu vida será larga, al contrario que tu nombre. Lo bueno es que sabés encontrar cosas nuevas para disfrutar. No te gustan las tortugas.
- Andrea: bueno, depende un poco de tu edad pero podés ser un poco cascarrabias. En general son buenas minas pero hay algunas que tienen un carácter difícil. Bah, si vas de frente y honestamente lo valoran. Se podrán enchinchar pero a la larga se les pasa. Tienen un imán para pelotudos.
- Belén: eras la más linda del aula. Ojo, con la adolescencia puede que te dejes estar un poco y cuesta bajar esos kilos de más porque no sos alta. Un poquito creída.
- Carla: medio jodida. También suelen ser lindas chicas y lo saben, así que lo aprovechan. Siempre van a tener un paparulo ahí al pie. Muy buenas para los deportes.
- Carolina: buena mina. Mala suerte en el amor. No elegís mal, tenés mala suerte. Muy capaz en el laburo. No hay carolinas con rulos naturales. Comen mucho.
- Daniela: baja autoestima. Artísticas, muy sensibles y amantes del cine. No les gustan los perros. Sí los gatos. Muchos amigos, poca bola a la carrera profesional.
- Dolores: y bueno, ¿qué querés? Te condenaron de chica. Igual no va a ser tan malo. A partir de los 30 tu vida se pone cada vez mejor. No hay Dolores con ojos claros. Si encuentran una es porque se iba a llamar de otra forma.
- Florencia: hay dos tipos de Florencias. Las que son simpáticas y las que son insoportables. Las insoportables suelen tener rulos y ser un poco testarudas. No hay rubias.
- Gisela: buena onda. Tu color preferido es el violeta desde antes de que se pusiera de moda por los Activia. Música: rock nacional. No son altas. Mucho arte.
- Gabriela: tienen muchos amigos. No deberían fumar tanto. Toman mucha agua. Aman a los gatos. Trabajan duro. Contracturas.
- Juliana: mucho pelo y largo. En un momento de sus vidas hacen click y le dan un giro. Suelen nacer entre abril y septiembre. Más amigos varones que mujeres, por la envidia.
- Luciana: son de las más copadas. Se llevan bien con las mujeres, cosa no tan frecuente. Buenas amigas, deportistas. Son un poco desboladas.
- Lucía: sin maldad. Gustan de la música y los niños. No son de hacer deportes extremos. Informales. No tienen rulos y se llevan mal con las Florencias. Mucha paciencia.
- Mariana: aplicadas y responsables. Parecen serias pero son buena onda. Cuidan a la gente que quieren. Tienen hermanos varones.
- Paola: no se parecen a las Paulas. No te confundas. A ellas les encanta el cine y la ropa. Rulos y ondas, raro con pelo lacio, aunque hay casos. No creen en el horóscopo.
- Paula: te tienen cagando. De buen corazón pero carácter fuerte. Cocinan bien, les gusta agasajar con la comida. Aman los zapatos. Son buenas amigas.
- Romina: hay dos clases de Rominas, las buena onda que tenés de amiga para toda la vida y las que descarrilan en la adolescencia. Estas últimas pueden ser muy trolas. Muchas veces están buenas y se aprovechan de eso para conseguir lo que quieren.
- Sabrina: parecen las más mala onda de todas pero no es así. Hay que conocerlas y ver que es pura cáscara. Son reservadas. Odian los peluches.
- Soledad: otras como las Dolores. No suelen tener rulos tampoco. Les gusta tomar bastante, pero tienen aguante. No usan pollera muy seguido y de chicas salían con el pelo mojado aunque la madre les dijera que se iban a enfermar.
- Valeria: aventureras, distraídas y con rulos. No hay Valerias rubias (naturales). Tampoco las hay muy altas.
- Verónica: a veces les cuesta romper un poco la rutina. No todo lo que hacen saben por qué lo hacen, pero no se martirizan por ello. No se tiñen el pelo. Les gusta la ropa cómoda. Enojadas son tremendas.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Lo que me rompe las pelotas

Hoy tengo ganas de poner por escrito las cosas que más me rompen las pelotas. No sé bien las razones, me alcanza con mencionarlas. A ver si hay coincidencias.

1. Que me reclamen por algo de lo que no estoy al tanto como si lo estuviera: se agrava si ante mi "perá, perá que no sé de qué me hablás" me repiten el título y sigo sin tener el contenido. Suele darse en el laburo.
2. Que se me vaya el colectivo cuando estoy por llegar a la parada. No soy de viajar mucho en bondi pero tienen un radar. Me detectan y cuando estoy a 20 mentros pasan. Más bronca me da si ya sabía que me iba a pasar.
3. Que llueva después de que lavé el auto. Ya sé que a todos los que tienen auto y lo lavaron les pasa lo mismo si vivimos cerca pero a pesar de la reiteración no deja de joderme.
4.Que me hablen mientras hablo por teléfono: ¿vieron la situación donde hablás con una persona por teléfono y otra en vivo y en directo quiere participar de la conversación y acota y te pide que digas A o B? Bueno, me irrita muchísimo. Si querés decir algo agarrá el teléfono y hablá vos que yo no soy un lorito, pelotudo.
5. Que me digan "amigo" o me traten como si lo fueran cuando nos vimos por primera vez hace 4 minutos y medio. La confianza es como las canas, se logra con el tiempo.
6. Contarle a alguien que hago equis cosa y que te diga, sin saber absolutamente nada sobre eso, "ah, es como tal cosa". -No. Eso es otra cosa. Una cosa es el...- (interrumpe). "Bueno, es lo mismo". Dale, si vos lo decís es lo mismo.
7. Que me insistan sobre qué quiero hacer con algo cuando no lo sé. Ejemplifico: te preguntan qué vas a querer comer el día del amigo. Contestás: "No sé, falta mucho, estamos en diciembre". Insisten. Sigo sin saber. Insisten. "Helado". Te dicen que en julio hace frío. Bueno, andá hasta la esquina, asomá la cabeza y fijate si ves una baldosa rajada. Seguí la rajadura hasta que camines sobre las rodillas de lo gastados que tengas los pies.
8. Las luces encendidas donde no hay nadie. ¿Para qué? Es como cocinar para 12 por si te caen los apóstoles a cenar.
9. Que miren la hora para brindar en Noche vieja. ¿Qué te cambia si son las 0:01 cuando decís felicidades? Si después estás con el "feliz año" hasta febrero. Brindá dos minutos después que no se ofende nadie si no te pegás el teléfono a la oreja mientras sostenés una copa de sidra.
10. El olor del quitaesmaltes. Me voy. 
11. Que me fumen al lado o adelante caminando por la calle. Y si se quejan de que no tienen lugares para fumar piensen por qué. ¿Será porque molesta a los demás?
12. Que me gotee el aire acondicionado de la vecina en el patio. El ruidito en el policarbonato, el charquito y que seas tan pajera como para apagarlo cuando te toco el timbre en vez de ponerle un bidón.
13. Abrir la puerta y que no sea para mí. Ejemplo: remiseros que tocan todos los timbres porque no se acuerdan qué departamento era el que pidió el auto.
14. Mi vecina de al lado que inventa cosas y me las adjudica. Ejemplo: mi perro es un Scottish Terrier. Me ocupé de buscar esa raza, la investigué y la elegí por sus características. Es negro, todo negro. Ella tiene un Fox Terrier. También es Terrier pero beige y blanco, tiene rulos, orejas caídas en vez de erguidas. En fin, no son iguales. Cuando vio a mi perro le expliqué qué raza es. La vez siguiente me dijo que era un poco raro para ser un Fox Terrier. -No es un Fox Terrier, es un Scottish Terrier. Es similar pero no lo mismo-. "Ah, pero vos me dijiste que era un Fox Terrier". Fin de la conversación. Capaz que siguió hablando pero yo contaba hasta 675 para no putearla.
15. Que mi vieja, que me conoce desde que nací, todavía me ofrezca café o melón cuando hay cuando desde que sé hablar digo que no me gustan.
 
Seguramente hay más. Por ahora me quedo acá.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El día más largo del año

Hoy, según me dijeron, es el día más largo del año. Yo seré medio lelo pero no puedo entender cómo hay uno más largo que el resto si todos duran venticuatro horas. Sí, ya sé, en realidad son veintirés horas y cincuenta y seis minutos. Es decir que todos los días hay cuatro minutos que en realidad forman parte del día siguiente. Y si son del día siguiente en realidad vivimos en otro día durante cuatro minutos. Hagan las cuentas: 4x365=1460 minutos. Son algo más de 24 horas. ¡24 horas al año! Me van a decir que hay años bisiestos para compensarlo. O sea que en realidad estamos viviendo algo que todavía no tenemos. Es como el tiempo a pagar en cuotas. Estamos hipotecados en el tiempo.

La cosa es que se me ocurrió pensar que mi vida lleva 4 minutos menos cada día. Desde que nací. Era bisiesto cuando nací y no voy a restarlo de la cuenta pero son 24 horas por año, durante 31 años. Algo así como 754 horas, es decir 31 días.

¿Adónde voy con todas estas cuentas? Me engañaron un mes. Es un enero completo. O un agosto. Imaginen si de un día para el otro vinieran y nos dijeran "che, acá hubo un error, te debemos un mes. Tomá, hacé lo que quieras con él".

¿Y ahora me lo dan? Yo lo quería cuando era adolescente y no trabajaba. O dámelo cuando sea viejo y me quede poco, así vivo un mes más. 

Peor, ¿y si esa no exactitud es con varias cosas? Si el cielo no es celeste, si Pi no es 3,1416 o si E no es igual a M*C2. ¿Qué pasaría? 

Si nada en el mundo fuera tan certero como creemos, cuánta incertiumbre. ¿Qué me pasaría si a veces la ley de gravedad no aplicara? Bueno, me pondría contento pero sería desorientador. Si no supiera si 1 litro de agua es un 1 litro la gelatina me saldría flojita. El café sería horrible, bueno ya lo es. Nadie haría un buen mate porque se nos herviría el agua.

No se podrían hacer multas ni citas. "Nos encontramos a las 3". Pero las 3 no serían las 3 entonces se complicaría. 

¿No sé cómo puede ser el día más largo del año si los días no duran lo que pensamos. Yo no les creo más.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Si tuviera ruedas

Si las personas fuéramos medios de transporte y cada uno pudiera elegir, creo que no muchos serían trenes. Para empezar los trenes son pesados, torpes y van todo el tiempo por un camino asignado. No pueden andar por fuera de los rieles. Si nuestra vida fuese así, creo que varios viviríamos decepcionados.

Raro. Se me ocurre que funciona como analogía del destino. Con las estaciones como hitos, o etapas de la vida, gente que entra, gente que se va, gente que daña los vagones, otros que nos usan y unos cuantos que disfrutan del paseo juntos.

Algunos, tal vez, pedirían ser camiones. Los habrá de los que arrastren carga, supongo, y muchos que quisieran no hacerlo. Hasta habría camiones mosquito, con un montón de autos en su espalda. Algún camión de combustible, como la gente que le da energía a los otros.

Muchísimos seríamos autos. Chiquitos, económicos y ágiles. Lujosos, grandes e impactantes, deportivos, veloces, con sirenas, con grandes paragolpes. Autos 4x4, sin techo, sin puertas, para que la gente suba y baje sin problemas. Limosinas, que cumplen la misma función que otro auto pero agregan la capacidad de carga de la vanidad.

Otros tal vez serían grúas. No muy lindos por fuera, pero con un gran espíritu solidario. Creo que habría más de uno como el general Lee, el auto de los duques de Hazard. No abría sus puertas, era difícil entrar.

Otros pedirían ser motos. Dos ruedas, dos pasajeros, ágiles. Alguno tal vez quisiera ser una bicicleta. Te lleva pero requiere un pequeño esfuerzo. Un skate tal vez, pero te dejarías pisar.Un Segway o un monopatín.

Yo no sé bien qué sería si tuviera ruedas.

martes, 29 de noviembre de 2011

Trapo rejilla

Era un bar de los de antes con humedad en las paredes y un cuadrito de marco blanco torcido. Las mesitas de madera sin barnizar con pie, no patas, el centro de fórmica y el resto de madera. Roja era la fórmica, rojiza como el vino seco en un mantel después de seco.

El mozo era un hombre amable de canas grises y blancas con la camisola típica de mozo siempre dentro del pantalón y la insolencia de ese abdomen trabajado. Trabajado por tiramisú y budín de pan. En el bolsillo cerca del corazón la billetera, el destapador, y en el bolsillo o en su mano el trapo rejilla. El mozo podría ser uno más; pero el trapo, no.

La gente venía a este bar charlaba, se contaba anécdotas y luego se iba. Algo cambiaba, pero no sabían qué. Como el caso de los dos amigos que se juntaron porque uno de ellos tenía que confesarle al otro que le había robado una novia durante la adolescencia. Sí, la Mechi. La rubiecita de trenzas. "Y bueno, éramos chicos". -Pero vos sos un hijo de puta-. Subía la voz, el mozo que interviene. Las disculpas. -Vayan- decía el mozo y le hacían caso. Y cuando limpiaba la mesa con su trapo rejilla absorbía todo. Y después los amigos se encontraron y como si nada.

O la vez que se separó esa parejita tan linda que había. Sí, esos, los que estaban en el segundo banco de la plaza todos los jueves. Claro, que un día dejaron de ir. Bah, ella dejó de ir. Sí, él estuvo destrozado unos días hasta que se la encontró en el bar. Y claro, se cambió de mesa, charlaron, lloraron, se abrazaron y cada quién por su lado. Después vino el mozo, pasó el trapo y -zup- como por arte de magia absorbió todo. El siguiente jueves estaban de nuevo en la plaza como al principio. ¡Qué felices que eran!

Parece que nadie se daba cuenta de lo que pasaba con el trapo salvo yo. Y un día me dije "tengo que saber a dónde va todo esto porque ese trapo debe estar hecho... hecho un trapo". Así fui todos los días a distinta hora. Cambiaba de turno para ver qué pasaba. O, si podía, olerlo para recordar las flores que alguien le había llevado a su mujer un día, o las medialunas que se comió mi tío el día que fuimos a escuchar el partido en la radio. Pero nunca estaba solo el trapo. Siempre en la mano del mozo.

Noté sin embargo que cada tanto iba hasta la pileta y lo estrujaba. Chorreaba algo, no sé si agua. Digo que no sé porque a veces caían colores, notas musicales, hasta palabras vi caer. Una carta de despedida, un test de embarazo, un montón de pañuelitos, miedos. Todos esos recuerdos, sueños, añoranzas, angustias y anécdotas se iban por un caño.

Un día no aguanté más y lo encaré al mozo. -Yo sé lo que pasa con ese trapo- le dije. -Y quiero saber a dónde va todo-. El tipo me miró y me dijo, "al mar, por eso es salado". No le dije nada, me sentí humillado por lo obvio de la respuesta y me fui. Caminé despacito, muy despacito hasta la puerta vidriada y a cada paso me sentía mejor por saber algo que nadie más conocía. Y antes de irme, giré y lo vi limpiar la mesa donde siempre me sentaba.

No pude volver al bar. No lo encontré más.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Visita

-¿Viste que vine? Te dije que iba a venir. Sí, ya sé. Vos nunca creés lo que te digo. Pero yo te había avisado que si podía iba a venir. ¿Cómo no iba a venir a verte? Dale, si sabés que a mí me encanta estar acá con vos. No, no es chamuyo. ¿A vos te parece que me la jugaría así por nosotros si no me pasara algo en serio con vos?-.

-Dale, mirame. Dale, hablame. Dale. No me dejes así. Siempre es lo mismo. En vez de ponerte contenta porque vine a verte estás fría, pétrea. No me devolvés nada. Ni siquiera miraste las flores que te traje. Sí, son las que te gustan a vos. ¿Qué cómo lo sé? Ah, yo tengo mis informantes. Bueno, dale, dejá el teatrito que me estoy cansando de hacer el ridículo hablando solo. Che, dale.-

-Qué cosa, al final siempre lo mismo con vos. ¡Un día me voy a cansar y no voy a venir más! Ya vas a ver, vas a envejecer sola. Desagradecida. ¿Sabés cuántas quisieran tener un tipo fiel y leal como yo? No, ni te das una idea porque nunca salís de acá. Estás clavada a este lugar, no hay manera de que lo entiendas (...) Ok, perdoname, no quise ser tan duro-.

-Bueno, yo me voy a ir. Y no sé si vuelvo. No, no te pongas así, si sabés que siempre te digo lo mismo y vuelvo. Dale, por lo menos mirá las flores. En algún lado las guardás, porque cuando vuelvo las que te dejé ya no están. Me voy, me espera mi mujer, pero voy a volver, te lo juro como que me llamo Marcos. Chau, bonita. Chau.-

Deja el ramo al pie de la escultura y se va silbando bajito.

martes, 25 de octubre de 2011

Estornudo

Noté algo raro en el estornudo. Acostumbro estornudar de mañana pero no así. No tanto. Por lo general tomás impulso y largás todo junto y rápido. Sí, como eso que están pensando. Apretás el pomo con toda tu fuerza y lo que quedaba de dentífrico sale tan fuerte que en vez de caer sobre las cerdas del cepillo se va por el lavatorio.

Yo sabía que iba a estornudar porque el cuerpo te avisa. Te tira para atrás y después viene el coletazo que descomprime, como siempre. Pero no. Me fui para atrás con un "Ah, ah" y no vino. Al ratito de nuevo lo mismo. Ya llevaba como 5 amagues cuando de golpe, sin que lo pudiera manejar, estornudé la vida. Fue como los autitos a fricción, lo cebás y cuando soltás sale como patada de ninja enojado.

Deben haber sido los 38 segundos más largos de mi vida. Durante ese "achí" (yo estornudo en singular) pude ver cómo salían por mis fosas nasales, paralelos al piso, un montón de juguetes de mi infancia, la media que no encontraba, las rabas que me habían caído mal en Mar del Plata en el 88, la bici Olmo que tanto me gustaba, el yo-yo Bronco y el cassette de Jazzy Mel.

Me incorporé luego de tamaño esfuerzo y me quedé quieto. Pensé que me sangraba la nariz. No saben lo que era el vidrio de la ventana. Hecho añicos en el suelo, con el piolín del yo-yo que había quedado ahí. Dije "esto sí que fue raro" pero me paré y me fui a hacer un mate.

De repente me di cuenta de que recordaba cada movimiento hecho desde la silla a la cocina. El ruido de la zapatilla contra el piso flotante, el crujir de la goma contra el suelo, la posición del dedo que se me ampolla cuando juego al fútbol. Hasta lo que había hecho, paso por paso desde que me levanté.

Ni lo sospechaba entonces pero algo terrible me había pasado. No fue sino unos días más tarde cuando en una charla con amigos uno comentó algo de la época en que íbamos juntos al colegio. Casi con miedo noté que no lo recordaba. Ni la anécdota, ni el aula, ni el patio, ni el colegio. Ni el año, ni a mis compañeros. Fui más allá y tampoco podía recordar viajes, familiares, mascotas, sucesos o personas. Nada. No había quedado ni un rastro de mi niñez dentro mío. Y todo por un estornudo.

Ahora lejos de sentirme apenado por eso vivo mi vida como si fuera una niñez. Trato de divertirme, juego con todo lo que puedo y disfruto cuando tengo. Nunca se sabe cuando un estornudo se puede llevar tus recuerdos. Y por las dudas, me abrigo en invierno.

martes, 11 de octubre de 2011

El canasto asesino

Pocos objetos son menos agresivos que un canasto para la ropa sucia. Especialmente si es plástico, porque el metal de última se puede oxidar, te da tétanos, morís sufriendo como un jilguero envenenado por una amante resentida contra el amor y la vida porque Antonio nunca dejó a su mujer, Mirtha, a la que iba a abandonar por un sueño con ella pero que justo, justo, el día en que se lo iba a decir fue atropellada por un carrito de golf que se había descontrolado y le arrolló el pie derecho de bailarina, generándole un juanete crónico los días jueves de humedad que le cortó su carrera como danzarina en los parlantes de Ku.

El canasto de plástico es inofensivo. O eso parecería. Es como esos animales que parecen simpáticos y tenés ganas de acariciar, como lo coatíes. Pero pocos saben que los coatíes son muy pero muy malos. Además de chorear comida a los turistas en las cataratas tienen todo el tema del turismo entongado. Ellos manejan y aprietan a los tucanes y a los monitos. Les dan una rutina y después de cada día pasan a buscar la recaudación de galletitas, manzanas y alimento que la gente les da. Después lo acopian y lo redistribuyen entre los animales que están adscriptos a su sindicato. Parecen buenitos pero son muy pesados. Y que no se te ocurra darle algo a un tucán sin que te vea uno, porque los coatíes están en todas partes, no sé cómo hacen pero saben todo lo que pasa. Ese pobre tucán después va a estar 6 meses en rehabilitación de alitas porque le pasan factura. O le cierran el pico con un precinto plástico para que muera de inanición. Son muy jodidos los tipos.

El canasto de plástico con ropa sucia no le puede hacer mal a nadie. Salvo a mí. Me mordió el dedo, justo donde se pliega cuando cerrás la mano. Me arrancó un pedacito de mi dedo anular. Y vaya paradoja de la vida, me anuló movilidad. Si hubiera sido otro lo hubiera tomado como un indicio de otra cosa. Pero no fue así.

Y más allá del dolor de la piel arrancada, el shock de ver mi sangre manar de mi dedo hinchado, el pavoroso y profundo dolor acompañado de la vergüenza de saberme herido por un inerte objeto azul.
 
No estoy bien. Tengo miedo de estar en casa solo con tanto objeto que parece inofensivo. Un cuadro que se puede caer justo cuando estoy debajo, un espejo que acecha agazapado contra la pared, listo para saltarme encima cuando desprevenido y medio dormido me cepillo los dientes. O la pava que sigilosamente toma temperatura para infundirme dolor en los otros dedos o lanzarme vapor ardiente a los ojos para dejarme ciego para que después la plancha me enrede los pies con su cable y una vez en el suelo intente ahorcarme. La alfombra de la bañera, esa asesina traicionera que se puede soltar para que yo me desnuque, con la vergüenza que significaría morir desnudo y que me encuentren horas o días después con lo que el agua fría puede hacernos (yo tengo termotanque).

No quiero estar con los objetos a solas. Sé que el mueble bajo mesada un día va a correr sus patas cuando yo esté descalzo lavando los platos y me va a cortar los dedos de los pies como una guillotina higiénica. Adivino los planes de asfixiarme de las cortinas utilizando al viento como excusa y me da vértigo pensar que un día puedo quedar encerrado en el placard cuando vaya a buscar la remera que no encuentro.

No se burlen. No crean que estoy loco. Veo cosas que ustedes no quieren ver. Porque piensan que las cosas no tienen vida no se dan cuenta de que ellas tienen nuestras vidas en sus manos. Hace como 3 minutos que leen esto, riéndose de mí. Y mientras desatendieron la espalda. Fíjense al darse vuelta, puede que algo de la habitación se haya movido.

viernes, 7 de octubre de 2011

Tips para ser un jefe insoportable

Se me ocurrió escribir un decálogo para el jefe hinchapelotas o los tips para fastidiar a tu empleado. Lo comparto.
  1. Rehacer lo que ya hizo (especialmente si lo vas a dejar casi idéntico)
  2. No comunicarle bien lo que esperás que haga. Luego, hacer el #1
  3. Pedirle que revise un mail o haga algo que puede esperar cuando se puso la campera para ir a almorzar (el mejor resultado se da si tiene una sola manga puesta y se vuelve a sentar)
  4. Comerle sus galletitas, no cerrar el paquete y que se humedezcan. Si sos jefe de los que nunca compra, mejor.
  5. Robarle papas fritas de su plato (sabelo, si no fuera tu empleado te clava el tenedor en la mano)
  6. Ponerle una reunión un viernes a las 5.45 pm o un lunes a las 9 am.
  7. Usarle su mate/taza marcada con su nombre (si fumás y él no es más hermoso el detalle todavía).
  8. Hacer la #4 a última hora como para que cuando él llegue al día siguiente y quiera desayunar tenga que salir a comprar algo. (Esto hace que la gente compre Maná, son horribles por eso nadie te las va a robar).
  9. Afanarle su silla y cambiarle la regulación de altura. Dejarla en cualquier parte dentro del piso como para que la tenga que rescatar de algún gordo de IT que la va a defender a tecladazos.
  10.  Hacerlo cargo de un olvido, error o moco que sea ajeno. Se puede mejorar el punto 10 si te atribuís algo que haya hecho. 
Próximamente nuevos tips para la vida cotidiana miserable y generosa.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Autochistes

Un amigo se compró un VW Golf y escucha salsa todo el tiempo. Yo creo que es un pancho.
Para mí Palermo es el barrio con más goles estacionados. El auto preferido de Soldán es el Escort. Los veterinarios tienen un Pointer. Si querés broncearte la espalda te conviene el escarabajo. La gente negativa compra siempre Renault. Ése no quiere un auto, quiere un Symbol. No le creo nada de lo que cuenta de su auto, para mí es re Sandero.

Los guías de montaña usan el VW Senda. Si tenés que ir rápido te dejo Passat. El mejor para ir a la playa es el Duna. Es contradictorio tener pareja y viajar en un Uno. La mina era tan turra que se compró un Regatta. Lo hizo después de varios Tipos.

Los que viven de joda se compran un Seat Ibiza. Los astrónomos prefieren el Galaxy, que es más barato que el Carat. Si sos bombero seguro te gusta la Fuego. Si sos carpintero el Sierra. No me acuerdo cómo era el chiste del Renault Laguna, pero seguro que fue el que cagó a la Fuego. Me parece que es muy bueno vivir en Ecuador y tener un Polo. A todo esto, ¿cuántos caballos tiene el Polo?

martes, 6 de septiembre de 2011

Clasificado

Modelo 1979. Con música. Muchos kilómetros hechos en ruta. Buen estado con desgaste habitual para su antigüedad. Equipamiento de serie más agregados a lo largo de los años. Siempre guardado bajo techo. Detalles de chapa y pintura pero buena mecánica. Consume un poco de aceite pero no te deja a pata nunca. Buen tamaño de baúl. Cómodo en la ciudad  y ágil en caminos de montaña. Dobla bien pero no trae hidráulica. Papeles al día. Listo para salir de viaje. Se escuchan ofertas razonables por un amigo de fierro.

 

viernes, 2 de septiembre de 2011

Nadador

Empezó sin darse cuenta. Llegaba del colegio y se sentaba en el cordón de la vereda. Ni entraba para almorzar. Se quedaba viendo a los pocos autos que pasaban por su calle empedrada. Algún Gordini, ese Peugeot que le gustaba…

Miraba el verdín, flora del adoquín y algunas hormigas que caminaban apuradas como si fuera a cerrar el banco y tuvieran muchas hojitas para depositar. No pensaba, solamente observaba.

Así estaba un rato largo hasta que su mamá lo llamaba a los gritos. Iba resignado, dejaba la mochila en el pasillo y se sentaba a la mesa frente al plato frío de fideos con salsa. -¿Qué hacías?- le preguntaba ella. -Nada- respondía siempre. -¿Cómo que nada?- insistía ella. -Nada-. -Bueno comé que estás flaquito, hijo-. -Sí, mamá-.

Esta secuencia se daba 3 o 4 veces a la semana. En verano cambiaba porque él no iba al colegio. Pero la conversación iba por lo mismo. ¿Qué hiciste hoy? ¿Con quién jugaste? -Nada-.  
Cuando fue mayor y descubrió que las chicas se interesaban por él, no se hizo mucho el galán. Si le preguntaban si le gustaba Marta o Graciela no respondía, se encogía de hombros. Como quien dice "y bué".

¿Qué querés estudiar? -Nada-. ¿Te pasa algo? -No, nada-. La vida pasaba de largo. Él la veía pasar desde afuera. Todo le daba igual.

Todo el tiempo, nada. Un día algo pasó. Fue como un chapuzón en agua helada. Se despertó. Se dio cuenta de que estaba flotando sin proponérselo. Hay gente negadora, soñadora. Él era nadador.

Al contrario de lo que podría pensarse, no se deprimió. Tomó coraje y se tiró de cabeza en la pileta de la vida. No se iba a ahogar.

lunes, 29 de agosto de 2011

Vieja de bondi

Una vieja subió al colectivo. La vi pasar entre el gordo de buzo verde y pantalones tipo hip-hop y la minita con el pelo planchado de hace unos días, que está entre Grecia Colmenares y Calculín. Yo estaba sentado en el fondo. Asiento central de los 5. Ese que es el menos incómodo para dar paso pero que tiene el riesgo de no tener obstáculos delante si el colectivero decide frenar de golpe. La vi cómo iba por el pasillo tratando de no molestar, apenas podía sostenerse. No llegaba a agarrarse de las argollitas con publicidad de lo petisa que era. Nadie le daba el asiento. Uno miraba por la ventanilla, otro se hacía el dormido. Una minita leía un libro de autoayuda -poca hacia los demás- y así fue que llegó a la puerta del medio. Subió el escalón y nada. El pelado de barba no se inmutó cuando la vieja se le paró al lado; se aproximaba y yo pensaba en que no podía ser que esto pasara.

Es inadmisible que una señora de setenta y pico de años llegue hasta el fondo del colectivo y nadie le haya dado el asiento. A mi alrededor, todos y todas eran más jóvenes que ella. Ninguno tenía bastón, ni yeso. La vieja vino y se puso frente a  mí. Le pregunté "¿quiere sentarse, abuela?" y me dijo "bueno, si gusta". ¿Si gusta? ¿Si gusto darle el asiento? No, honestamente no, pero me da vergüenza ajena el resto del bondi. Si fuera por mí iría sentado cómodo pero me educaron así. Y me levanté. Y pensé que a lo mejor esa señora a la que le di el asiento podía ser una Elena Cruz. Tal vez no se lo merecía. Por ahí había pinchado pelotas de fútbol con agujas de tejer, o le había tirado lavandina en el auto al vecino que lo lavaba. Porque las hay. Hay gente hija de puta que cuando es vieja sigue hija de puta solo que envejeció, ya lo dijo Enrique Pinti. Y me dio bronca. Me dio bronca porque no sé a quién le di el asiento. Me dio bronca poner la cara por mi generación, sin saber si a lo mejor esa mujer merecía o no sentarse.

Y me indigné porque esto antes no pasaba. No señor. ¿A dónde se fueron los buenos modales, la decencia y el pudor? Antes las viejas se quedaban en el primer asiento. Tercero como máximo y las sentaban. Ahora van hasta el fondo para buscar asiento. Están muy zarpadas últimamente.

martes, 23 de agosto de 2011

Cerca

Cuando te pasa algo que podría haber sido grave, se te sacude la vida. Es como si te metieran en una coctelera y empezaran a sacudirte. Todo lo que llevas adentro se te sale y va por los aires, agitado con vos. Cuando para el sacudón podés ver lo que había. De alguna manera te sirve como para ajustar un poco las prioridades y valorar. Separar lo urgente y lo importante.

Creo que cada tanto a todos nos toca. A veces te raspa y a veces te pega de lleno. Será cuestión de suerte, de destino, la verdad es que no lo sé. Lo que me preocupa es que pasa. Nadie tiene nada asegurado, ni siquiera su propia vida. Por angustioso que resulte esto es así.

Determinados episodios, enfermedades, accidentes, etcétera hacen que a veces miremos un poco nuestras vidas desde afuera, como si fuéramos otros mirándonos. Porque cuesta creer que sea cierto lo que pasó, o lo que casi pasa. A lo mejor son pequeños avisos de lo que es inevitable. Tal vez así se le quita el efecto sorpresa.

Lo que sí te queda es un delay. Te colgás y pensás en ese momento una y otra vez, repasándolo como para no olvidarlo nunca más en tu vida. Lo recorrés como los sulkis dan la vuelta a la plaza, de memoria. Y le ponés variantes porque los seres humanos somos de preguntarnos "¿qué hubiera pasado si?". A veces no podemos imaginar todas las posibilidades, pero con algunas alcanza. Si no hubiera tomado ese mate, si hubiera parado 4 minutos a hacer lo que no hice, si… es imposible saber "qué hubiera pasado si". Pero es difícil dejar de pensarlo también, porque la pregunta que te nace es ¿por qué? o ¿por qué no?

Lo que es feo es no poder concentrarte en otras cosas. Se te pasa con los días, con la rutina que de a poco te lleva a dejar de pensar tanto en eso que va a pasar. O a dejar de pasar.

A veces nos pasa cerca. Demasiado cerca.

jueves, 18 de agosto de 2011

Canciones con efecto Viagra

Hoy me levanté con ganas de escuchar canciones que me gustan solamente. Sin importar bandas. Y me di cuenta de que hay canciones y canciones. Digo así porque hay canciones que me gustan y hay canciones que me pueden. Las que me pueden me sobrepasan. No sé si a ustedes les pasa pero hay algunas que te mueven. Quieras o no, empezás a sacudir la cabeza, juntás la pera con el pecho como cuando alguien te aburre y asentís para zafarla. Las pones, te movés, y no podés parar. Termina y la volvés a poner. Termina y la volvés a poner. Es como un Viagra musical.

Son esos temas que te recorren todo el cuerpo, porque movés los pies como si fueras epiléptico, tenés ganas de usar el escritorio de batería y sos capaz de mandarte un Air Guitar aunque estés amuchado en el subte. Querés empezar un pogo. Y si lo haces nadie te va a mirar raro porque a todos nos ha pasado.

Se trata de ser poseído por algo que nos maneja por 2, 3, 4 ó 5 minutos. Y bueno, a alguien le pasará con el punk ¿no? En fin, hoy es uno de esos días para mí.

Por supuesto les dejo mi lista ¿polémica? y los invito a discutir, bardear y por qué no a compartir cuáles son las canciones que a ustedes los mueven. Seguro que me olvidé de un montón pero bueno, ¡salten putos!

  • Tu cárcel - Enanitos verdes
  • La leyenda del hada y el mago - Rata blanca
  • Aún estás en mis sueños - Rata blanca (el estribillo es genial)
  • Poison Heart - Ramones (además una de las mejores canciones del mundo junto con Paint it black)
  • Al vacío - No te va gustar
  • Arde la ciudad - Mancha de Rolando
  • Nunca me faltes - Antonio Ríos (no puedo evitar cantarla a los gritos si la escucho)
  • Perro amor explota - Bersuit Vergarabat
  • San Jauretche - Los Piojos
  • Born to Raise Hell - Motorhead
  • Family Tree - Megadeth
  • Ji ji ji - Los Redondos
  • El pibe de los astilleros - Los Redondos
  • El Universal - Kapanga
¿Vos con qué descontrolás?

miércoles, 17 de agosto de 2011

Chongo

No lo sabía, se lo tuve que decir yo -te convertiste en un chongo-. La frase fue seca y rebotón contra las paredes de su ego. "¿Chongo?" me preguntó como si le hubieran dado el diagnóstico de una enfermedad terminal. -Sí, sos un chongo- le repliqué implacable. "Ah" fue todo lo que atinó a decir y se calló.

Miró el techo, recorrió las grietas del techo con la vista desde el centro hacia el ángulo perfecto que forma con la pared y lanzó un quejido. -¿Te molesta?- le pregunté. "No, no. Para nada. Lo que pasa es que siempre había querido ser un chongo, pero ahora que lo soy me siento raro. No sé si es lo que quería. ¿Seguro che?"

-Y bueno, macho, a veces es así- le dije con la mayor prudencia como quien se pone medias en un tobillo raspado por botines en un partido áspero. -Si no ves a sus amigas, si no hay mucho interés después y no la ves de día salvo que sea desde la noche anterior, me parece que sos su chongo-.

Me miró un rato en silencio y preguntó: "¿Para vos es bueno ser el chongo de alguien?". -Bueno, malo, eso es indistinto creo. El tema es si vos te sentís bien así o te jode-.

Se paró, se puso la mano en la cintura y me dijo "nunca lo había considerado posible. Yo, chongo…"

A veces somos algo diferente a lo que pensamos que somos.

martes, 9 de agosto de 2011

¿Te acordás de mi?

Cerró la puerta de su casa con cuidado para que su llavero de la Torre Eiffel no raspara la madera recién barnizada. Él es muy cuidadoso y sabe perfectamente que la relación costo - beneficio entre prestar atención a estos detalles versus amargarse un día por un descuido es rentable para el lado de la obsesión.

El saco azul para sus reuniones le auguraba un día largo y la camisa celeste con rayas blancas reforzaba la sensación. No eran las 10 cuando salió a la calle. Miró hacia arriba, lindo el paisaje con los cables, el cielo nublado y el puto ficus que el vecino sigue sin podar.

Hizo cuatro pasos y su suerte empezó a cambiar. Un perro que corría desbocado le pegó semejante cabezazo en la tibia que se fue de nariz contra la vereda. Alguien lo ayudó a levantarse. Y estaba buena.

Mientras se incorporaba pudo ver cómo las piernas se hacían cada vez más perfectas a medida que se acercaba a la cintura. El abdomen chato, y no digo panza porque sería faltar a la verdad, alojaba un precioso piercing colgado del ombligo. Había más adoquines ahí que en Coghlan.

El top rosa empezaba apenas después del ombligo. El relieve de dos tremendos pechos le generó un revoltijo en la boca del estómago. Bueno, un poco más al Sur. Vio un cuello delgado y el comienzo de una cara imborrable.

"¡Ey, sos vos!"

- Y sí, yo soy yo- le dijo lo mejor que pudo.
- Ya sé que vos sos vos. ¿Pero vos sabés quién sos para mi?
- El boludo atropellado por tu perro supongo.
- Jajaja, sí, pero además ya nos conocíamos. ¿No te acordás de mi?
- Creo que no.
- Nos chocamos en Palermo hará un año atrás. Cuando nos miraba el flaco que escribe el blog desde la ventana…

*Nota de autor* Che: no pueden nombrarme a mi, se rompe la magia del relato y los lectores van a saber que esto es ficción. Ustedes tienen que hacer lo que yo escribo, si no esto se va a la mierda.

(Los 2 a dúo): Ok, perdón, no pasó nada, seguimos con la historia.

Se miran. Él mira la hora y amaga irse.
Galán maduro: Mmm, no, la verdad no me acuerdo bien. Chau.
Ella: ¿Cómo no? Leé acá, dice ella.

(Unos minutos después)
GM: Ahora sí me acuerdo de vos. Pero me tengo que ir.
Ella: Veo que seguís con la misma onda del año pasado.
GM: Si lo decís por mi moto sí. Pero esa va con hache.
Ella: La hache es muda.
GM: Lástima que no sos una de ellas.
Ella: ¿Para qué te gustaría que fuera una hache, me querés hacer un try?
GM: Yo con vos no intentaría nada más que olvidarte, cosa que venís empeñada en evitar.
Ella: Yo no tengo la culpa. Se soltó Rubén y se te fue encima.
GM: ¿Rubén se llama tu labrador?
Ella: Sí, ¿algún problema?
GM: No, ninguno. ¿Cómo se llama tu gato, Armando? (se ríe).
Ella: Raúl. Armando es nombre para canario.
GM: Ah pero vos estás más loca que una cabra.
Ella: Más loca que Mirtha querrás decir. Y no es "una cabra", para mi es especial.
GM: No, si no te digo que estás de remate
Ella: Estoy regalada no de remate, pero vos no sabes reconocer una oportunidad cuando la tenés delante de tus ojos.
GM: Me dejaste sin palabras.
Ella: Si esto fuera el Scrabble perdías.
GM: Si fuera el Scrabble me hubiera caído la ficha (le guiña un ojo).
Ella: Bueno, nos vemos por ahí, supongo.

Se van cada uno para su lado. Rubén vuelve y le lame la mano a su ama. Ella suspira un "ay, es tan lindo". Él cree que su indiferencia funciona mejor que su interés para conquistar mujeres y no entiende por qué.

Yo cierro mi ventana del editor de texto y no sé cómo sigue.

A mi amigo bailarín (secreto)

De día ocultaba su pasión por el baile detrás de un escritorio con papeles.
Se ponía camisa, corbata y zapatos lustrosos.

De noche saltaba, giraba y bailaba.
De día era aburrido y predecible.
De noche pasional e irresisitible.

De día en una empresa. De noche en un escenario.
De día soñaba con bailar.
De noche bailaba entre sueños.

Su vida eran dos lados.
Uno aburrido, el otro apasionado.

Su vida era el baile. Lo demás no era vida.

martes, 2 de agosto de 2011

Ascensor

Un diálogo de cualquier día, en un edificio sin importancia.

-¿Subís?- le preguntó ella con voz ronca. Él la miró y le dijo: "Hasta arriba de todo".
- Arriba de todo hay nada. Porque todo está abajo -espetó ella con cara de no te hagas el lindo-.
Él: (pone la mano para que la puerta del ascensor no se cierre) Bueno, no sabía que eras filósofa…
Ella: ¿A qué piso vas?
Él: ¿Vos a cuál vas?
Ella: (lo mira con la cabeza de costado) ¿Te estás haciendo el lindo o trabajas en Intrusos?
Él: Periodista no soy… (aprieta el 8).
Ella: Bué, qué sorpresa, por lo menos me quedo tranquila (aprieta el 7). ¿Sos nuevo?
Él: No, ya tengo 32 años, pero vos no me conocías.
Ella: (seria) ¿Te comiste un payaso hoy?
Él: Ni hoy ni nunca, me gustan las mujeres.
Ella: Ah mirá, me sorprendiste de nuevo (se cruza de brazos y mira hacia arriba).
Él: Tranquila que dije las mujeres, no vos.
Ella: Yo estoy tranquila. Y aparte tengo novio. Y además, sos la última persona del mundo con la que quisiera estar.
Él: Hay gente que deja lo mejor para el final, como un postre (le sonríe).
Ella: Hay gente que elige lo que no quiere comer también.

Ruido, baja la tensión de la luz y el ascensor se traba. Se miran y ella pone cara de no puede ser.

Él: Bueno, parece que vos no decidiste pero el destino sí.
Ella: No te hagas el piola, se debe haber cortado la luz. Tocá la alarma así saben que estamos encerrados acá.
Él: ¿Estás apurada? ¿Sabés que son las 7.30? Todavía no llegó el encargado…
Ella: ¿Cómo las 7.30? (mira el reloj). (Grita) ¡Ay la reputa madre!
Él: Shhh, no pasa nada, tipo 9 viene. Jajaja.
Ella: No es gracioso, ¿qué vamos a hacer una hora y media acá adentro?
(…)
Ella: ¡Ni lo pienses!
Él: ¿No te gusta el Sudoku? Tengo varios.
Ella: No me gusta estar encerrada en un ascensor con un desconocido.
Él: Conmigo ya compartiste mucho más de lo que creés. Aparte cuando venga el encargado nos va a sacar y no me vas a ver nunca más.
Ella: Eso espero. Porque apenas te conozco y ya no te soporto.
Él: Yo no tengo la culpa de tus problemas, ¿sabes? Ni te conozco y solo trataba de hacerte un poco mejor esta mañana.
Ella: Fracasaste estrepitosamente.
Él: ¿Te parece? ¿No tenías un conference call a las 7.45 con un cliente de Asia que no tenías ni ganas de hacer?
Ella: ¿Cómo sab… (él la interrumpe)
Él: Y no le vas a ver la cara a Garchundia, el que te dice guasadas como si fueras su mejor amigo pero te mira el escote todo el día sin que le de vergüenza la foto de la familia que tiene sobre el monitor.
Ella: Pero ¿cómo sabes eso?
Él: Ni vas a verla a Carito, la forra esa que se te hace la amiga pero anda con tu novio Juani. Sí, Juani se llama tu novio y te va a dejar mañana antes de ir a la reunión de compañeros de fútbol.
Ella: (con lágrimas en la cara, colorada de rabia e impotencia). ¿Quién sos, cómo sabes eso de mi? ¿Cómo que mi novio me caga? Encima con esa yegua desnutrida. Que tiene cara de haberse comido un carozo de durazno. Ya me la veía venir, son todos unos hijos de…

- Ey. Ey. ¿Subís?- Insistió ella desde adentro del ascensor.
-Sí- le dijo él. Disculpame, me colgué pensando una boludez.
Ella: Todo bien. ¿Hasta arriba de todo?

martes, 19 de julio de 2011

No sos vos

Como si alguien hubiera cerrado la llave de paso de su inspiración, un día se secó. Probó con ir al mar, ver la luna, mirar películas. Se compró libros, tomó mate en la plaza y adoptó un gato. Nada podía inspirarlo. No le salía decir una letra. Se había quedado sin ideas o simplemente ya no tenía nada para contar. Le costó trabajo pero así lo entendió. Ya no se angustiaba por estar horas frente a la pantalla blanca con un cursor que titilaba inclemente frente a sus ojos. Los dedos tiesos sobre las teclas pero sin apretarlas como esperando la orden de largada.

Ni la música lo salvó. Quiso copiar algún tango, probó de reescribir unas cumbias pero no. Nada che. No podía contarle algo al mundo. Se olvidó de sus anécdotas, de comer y de ir a trabajar. Los días pasaban y ya no podía dormir. Era un autómata inmóvil, clavado frente al monitor y el teclado y pasaban horas y horas hasta que se movía para rascarse la cabeza o ir al baño. Dejó de afeitarse y ya no abría las ventanas. No había luz en su casa.

De a poco dejó también de dormir porque no podía relajarse. Su gato lo abandonó, cansado de no comer y no jugar. Se enfermó y lo llevaron al médico. Le recetaron reposo y un cambio de aire, así que se sacó un pasaje en micro al primer lugar que vio y se prometió dejar de pensar en lo que ya no podía hacer: escribir.

Llegó a destino después de muchas horas. No tenía idea de donde estaba y lo único que recordaba del viaje eran los árboles que veía por la ventanilla del micro. Caminó por una calle de tierra y preguntó dónde había un hotel. -En este pueblo no tenemos hoteles- le respondió una vieja que tenía 3 dientes y más pelo que abrigo. -Pero en casa tengo una habitación que le puedo alquilar si gusta-. -Da igual- pensó y se fue con su bolso verde calle abajo con la vieja.

La casa era humilde pero limpia. Todo muy ordenado, gnomos en la entrada y una cortina de las de tiras de colores en la entrada para que las moscas se queden del lado de afuera. Un perro se rascaba contra el pilar que sostenía un alero improvisado para los días de lluvia. Se quedó prendado de la imagen hasta que la vieja lo retó -Vamos mi`jo que estos huesos ya no soportan el sol del mediodía-. Entraron. Caminó unos metros por el pasillo largo hasta el final de la casa y le abrieron una puerta de pino. La vieja lo miró como esperando su aprobación y él intentó una sonrisa que más pareció una seña de truco. "Está muy bien" le dijo. Ella se fue.

Recorrió las paredes y los techos de machimbre con la vista. Una pequeña ventana dejaba ver hacia la calle principal del puebo donde un pibe pasaba en bicicleta. No había ni el loro en la calle. No hacía calor pero se sintió agobiado. Abrió la ventana y una brisa vino a hacerle compañía. Se sentó a los pies de la cama y se quedó inmóvil concentrado en la cortina escocesa naranja y marrón que tapaba la ventana.

Sin saber cómo se vio a sí mismo en esa habitación, desde afuera, espiándose a través de la ventana. Quiso hablarse pero no podía más que mirar. Vio cómo la puerta se abría y entraba la vieja con una bandeja. Traía una taza de té y una porción de bizcochuelo de vainilla sin dulce de leche. La dejó y salió. Él comió sin quitar la vista de la ventana, se levantó fue hasta la ventana. Se acercaba a él mismo. Corrió la cortina y sus ojos se encontraron de frente a sus ojos. Estaba cara a cara con él mismo. Se miró o se miraron durante varios segundos. En sus ojos fulguraba un odio que iluminaba la habitación entera. Corrió la cortina.

Salió a la calle y se fue lejos. Llegó hasta un paraje oscurecido por la vegetación. Había un sendero. Lo siguió durante un rato y se encontró frente a un arroyo. Se acercó y miró el fondo pedregoso bajo el caudal de agua trasparente. Vio su cara en el agua que lo miraba igual que antes. Se dio vuelta y se fue. Agarró las cosas y subió al primer micro que vio. Ni se despidió de la vieja. Subió, se acomodó al fondo y se puso los auriculares. Miró hacia afuera con el pasto y la ruta de fondo y se vio reflejado en la ventanilla. Se miró un largo rato. Pensó en girar la cabeza, pero sabía que él se seguiría mirando. Pensó en cerrar los ojos pero lo incomodaba la idea de saberse observado por su reflejo. Quiso correr la cortinita, pero no había. Resignado, se miró a los ojos. Descubrió que tenía algunas arrugas, mucha más barba que la que creía y una cicatriz en la ceja que no conocía. Era él. Se reconoció por primera vez después de muchos meses. Se sintió en paz, se tocó la cara, suspiró y una catarata de ideas empezó a brotar desde adentro. Tuvo que pedir un papel y una biforme para poder anotar las ideas que se abarrotaban en la punta de su lengua queriendo salir. Se había destapado su cañería de inspiración. Y fue en ese momento que entendió que no podes escaparte de vos mismo, porque siempre sabés dónde encontrarte.

viernes, 15 de julio de 2011

El que dice por vos

Hoy a la mañana antes de salir hacia el trabajo encendí el televisor. Hacía tiempo que no lo hacía y recordé los motivos. Lo que vi me inspiró a escribir esto desde el apasionamiento que ver a otro padecer lo que hemos padecido puede generar.

Situación: dos fulanos que hablan sobre la Copa América. Diálogo entre ellos, uno de los periodistas dice "tengo una información de buena fuente que indica que Messi se enojó". El otro da el pie y comienza el desarrollo por parte del fulano 1.
Comenta, más o menos, que después el partido con Colombia  Messi le dijo al técnico de la selección de fútbol que no podía jugar así. Que Tévez se encierra en la izquierda y que Lavezzi corre por la derecha y tira centros y esto no ayuda para mejorar.

Hasta ahí la noticia era que Messi se había enojado por no rendir y que le pidió al técnico que cambie su esquema táctico para ayudar a mejorar el rendimiento del equipo. Nada raro, pero tampoco impactante. Bien, ahí empezó a operar el otro, periodista deportivo de los que no me gustan, que le adjudicó a periodista 1 algo que no había dicho. "Vos estás diciendo que Messi sacó del equipo a Tévez y a Lavezzi".

-No- respondió periodista 1. "Yo no dije eso". Y periodista 2 volvió a la carga: "Sí, dijiste eso o que Messi le arma el equipo a Batista". -Tampoco dije eso- se defendió periodista 1. La cosa siguió y cuando cerraron el tema periodista 2 comentó la sección obviamente con un "Periodista 1 dice que Messi le arma el equipo a Batista y que sacó a Tévez y a Lavezzi del equipo". Paremos la pelota. ¿Qué pasa acá?

Doña Rosa que no tiene ganas de prestar atención se queda con esto y cree que Messi es un nene caprichoso porque lo vio en la tele (esto es lo menos importante). Solo por poner un ejemplo, periodista 1 podría haber aclarado que el técnico decidió sacar jugadores y no cambiarlos de lugar. Y en última instancia fue él quien decidió hacerlo. Me parece que hay dos formas de comunicar en esta anécdota: dar una información; o tergiversarla para que sea noticia y sume rating. Esto se logra con 400 gramos de mala intención, 20 de picardía y medio kilo de pelotudez. Esto mismo pasa muy a menudo con cosas mucho más importantes que la interna de un equipo de fútbol. ¿Nos damos cuenta o nos quedamos con los dichos tergiversados?

El que "dice por vos" está en muchos ámbitos. Los hay en el laburo, en las familias, en los grupos de amigos, de conocidos. El tema con esta gente es que suele creerse "viva" porque pone palabras en tu boca que vos no dijiste. Y más disfrutan si te hacen quedar a vos como el mal intencionado. No sé ustedes pero a mi personalmente me generan indignación. No me parecen vivos sino todo lo contrario: bastante pelotudos para hablar en criollo. 

Lo peor es que están orgullosos de su pelotudez. ¡Y cuánto más vivos se creen, más orgullosos están! Lo cual termina en que más orgulloso es igual a más pelotudo.

No tengo consejo de vida para evitar a estas personas indeseables. Lamentablemente son parte de la pecera en la que nos toca vivir. Lo que sí reconozco es que me hacen pensar: ¿por qué ir por la vida jodiendo a los que no menos quieren joder? No lo sé. A lo mejor la pelotudez es como la felicidad y se justifica por sí misma.

domingo, 10 de julio de 2011

Facundo

Este no es un post para hacerte reír. Hoy no tengo ganas de eso. No estoy de buen humor, no estoy contento. Me duele la injusticia. Me jode la mala fortuna de los justos, de los nobles. Me apena ver que suelen salirse con la suya los que no son como yo, los que valoran otras cosas y denostan las que yo aprecio.

Ayer supe que ametrallaron a Facundo Cabral y me cuesta entenderlo. Me parece una muerte estúpida, injusta, inmerecida. No paro de preguntarme ¿por qué pasan estas cosas? Me tranquiliza haberlo escuchado de chico, en cassette, por las rutas de nuestro país. No muchas veces he pensado en todo lo que me enseñó. Es raro, pero así lo siento. Aprendí de él. Aprendí mucho más de lo que pensaba.

Entendí que hay cosas en la vida que son más importantes que otras. Y que algunas ni siquiera tienen sentido. Me alegra verlo de ese modo y no con rencor y odio. No tengo más que decir, pero mucho para escuchar. Porque este es un nuevo día.

"El conquistador por cuidar su conquista se convierte en esclavo de lo que conquistó; es decir que jodiendo, se jodió".
Gracias

martes, 5 de julio de 2011

El hombre que se enamoraba cuando quería

Hace 24 años existió un hombre que se enamoraba cuando tenía ganas. Para él el amor era algo manejable, una sensación provocable como casi cualquier otra. Al principio era agradable, ¿a quién no le gusta enamorarse? pero poco a poco el tipo se dio cuenta de que era un adicto.  Era un "loveaholic". Caminaba  por la calle, miraba los cables de teléfono y veía que una nube tenía forma parecida a María Luisa, su vecina, entonces se sugestionaba con que estaba interesado en ella y ponía a funcionar la maquinaria mental y sensorial para estar enamorado de ella.

No, no es que él creía estar enamorado. Se enamoraba. Tenía la posibilidad de manejarlo. Como si fuera un superpoder, este personaje podía controlar cuándo enamorarse de alguien.

Así fue como pasaba sus días enamorándose 6 o más veces por día, apenas habiendo cruzado un "buenos días". Digamos que si el amor fuera como el buceo, él hacía snorkel, pero se sumergía lo suficiente. Lo que pasaba era que tenía poca capacidad de oxígeno y al ratito salía a respirar.

El hombre que se enamoraba cuando quería solo necesitaba ver una mujer y ya estaba en condiciones de enamorarse. Una sonrisa, un guiño, un "son las tres y cuarto" bastaban para que él pusiese en marcha la maquinaria del amor sin que importara demasiado quién era ella. En cuestión de minutos ya soñaba despierto con un viaje a Aruba, un casamiento en una estancia una tarde de marzo con azucenas y malvones, ella descalza…

A veces le pasaba que no llegaba a hablarle de nuevo porque su imaginación iba tan rápido que se abstraía y el momento pasaba. Como aquella vez en el 15 con una chica rubia que le preguntó si la siguiente parada era Luis María Campos. Ella tenía una boina roja, pulóver blanco y botitas rojas. "No, faltan 3" dijo él. Después del "gracias" más dulce de su vida, nuestro hombre ya estaba en su mundo de sueños y cupidos flotando como una pluma de colibrí. Imaginó hijos, nietos, una casa de campo. Cuando quiso invitarla a salir se dio cuenta de que estaba en Lanús y no sabía cómo volver.

Fue a un médico, a varios psicólogos e incluso a ver a una médium porque se le había vuelto algo inmanejable. Se enamoraba cada 3 horas y cada vez necesitaba más. Se mudó a una avenida para poder mirar por la ventana y enamorarse más veces. Trabajaba como volantero en Lavalle para ver más y más mujeres y casi podría decirse que se enamoró de todas las que aceptaron un volante suyo.

Se fue a otra ciudad para ver nuevas mujeres y poder enamorarse de ellas. Y hasta lograba imaginar cómo habían sido las ancianas de jóvenes para enamorarse de ellas en su juventud. Finalmente reconoció que necesitaba ayuda.

Buscó e investigó hasta que fue a dar con un curandero uruguayo. El curandero, lector ávido de poesía le hizo leer y leer a Neruda. Lo indigestó con literatura, telenovelas, cartas de amor y hasta lo llevó a Estados Unidos para que viviera San Valentín. Tanto sació este hombre sus ganas de enamorarse que al final se curó. Ya no podía enamorarse a voluntad. Podía seguir con su vida como alguien normal.

Pudo concentrarse en su carrera, cambió de trabajo, terminó de estudiar y se volvió un tipo exitoso. Unos años más tarde, casi sin querer, se dio cuenta de que extrañaba el amor. ¿Cómo sería enamorarse sin decidirlo? Salió a la calle dispuesto a averiguarlo.

Fue a bailar, al zoológico, al parque, a comer, a un bar y al cine. Esperó chicos a la salida de un jardín para conocer alguna madre soltera, le presentaron amigas de amigos y no se enamoraba. De a poco empezó a desesperar.

Intentó todo lo de antes pero cuando una mujer le regalaba una sonrisa él solo podía nombrar mentalmente cada pieza dental (incisivo central, lateral, canino…). Si era una risita nerviosa, pensaba que él no había hecho chiste alguno para generar la risa. Les regalaba flores, pasaba tiempo con ellas y nada. Cuanto más las conocía menos se interesaba por ellas. Ya no soñaba con una. Sentía nada.

Desesperado intentó encontrar al curandero que le había ahogado las ganas de enamorarse para ver si se las devolvía.  Jamás logró hallarlo.

Desde entonces vaga resignado por los subtes de Buenos Aires. Viaja con su walkman apoyado contra la puerta, mirando a las parejas. Trata de encontrar en esos ojos aquello que él ya no tiene. Y si alguna mujer lo llega mirar, él sostiene la mirada sin miedo porque sabe que no puede enamorarse cuando quiera. Hasta que se cruce con una que decida por él.

lunes, 27 de junio de 2011

Altitud: 26 de junio

Una fecha que para muchos se convirtió en histórica a raíz de lo sucedido con River ayer lo era para mi mucho antes. Cuando era chico tenía complejo de enano. Sí, era medio petisón y tenía terror de ser bajito. Ni idea por qué, pero me acomplejaba la altura. Tan equivocado no estaba igual, lo demostró el abuelo Simpson. El caso es que cuando tenía unos 13 años mi vieja me llevó a un médico que no era pediatra. El tipo me pesó, me midió y me pidió unas radiografías.
Cuando las vio me dijo que me quedara tranquilo que no iba a ser petiso. "1,78 - 1,80 m fácil". Buenísimo pensé, voy a ser alto. Y a partir de ahí empecé a sentirme alto. Se me fue el complejo porque sabía que iba a ser alto. Es la misma lógica que usa alguien que se siente dueño de algo cuando pagó una sola cuota. 

En fin, la cosa no quedó ahí. No señor. Decidí que no podía dejar librado al azar algo tan importante como mi crecimiento, así que cada 26 de junio me medía en la pared de mi habitación (la que tenía la tecla de luz). Así cualquiera que entrara podría ver mi "progreso" anual fácilmente. 

Afortunadamente las rayitas se separaban año a año y llegué a crecer 7 cm en menos de 12 meses. Estaba en la gloria. Pero el médico me cagó y no llegué a la altura prometida. Eso me desarmó mi plan de vida: ser piloto de la Fuerza Aérea. En aquél momento era requisito tener al menos 1,76 m de altura para ingresar. O eso recuerdo haber leído, y de allí mi obsesión con alcanzar el metro y 3/4 de altura. Pero me quedé con las ganas. 1,75 m. Y recién mientras escribía esto miré y encontré que soy gordo para ser aprendiz de piloto además de viejo (el IMC me da para el carajo). Pero hubiera entrado por altura.

Defraudado por la genética abandoné mis simuladores de vuelo durante años. Deserté del Cessna y del Boeing y miro de reojo las noticias sobre vuelos, pilotos y accidentes. Pero las ganas tiran, y ahora de veterano he volcado mis ganas en un hobby: el aeromodelismo. Así fue que conocí a Atilio. Mi helicóptero Bravo SX.

Entre Atilio y las historias que escribo vuelo de a ratos. Como quería cuando era chico.

miércoles, 22 de junio de 2011

Localizador de paciencia

"La paciencia es un don" dijo algún hijo de puta y me jodió. Me la disfrazaron de virtud y la maldita moral me condiciona la conducta. La verdad es que a veces no tengo más paciencia pero la diluyo un con un chorrito de agua fría para zafar. Como al detergente.

Supongo que a más de uno le habrá pasado esto. Tenés una necesidad, averiguás por un servicio o producto, comparás, contratás y tu necesidad fue cubierta. Después pagás y todos felices. Salvo cuando tenés problemas cada 4 días con el servicio o producto adquirido. Puede que pierdas la paciencia, y no hay localizador para encontrarla.

El caso es que cuando esto pasa le ponés la mejor predisposición como cliente porque errar es humano (y herrar también, hasta ahora nunca vi un pato herrero). Genial. ¿Qué pasa cuando hay buena voluntad en tu mecánico pero no da pie con bola? Pasa que empezás a consumir tu reserva de paciencia. Son como los ahorros, lo que tenés te alcanza para un tiempo. Cuando vas una vez, tenés problemas, volvés, te lo arreglan, volvés a ir, "ah, claro, me faltó atornillar el pirindulo de allá", volvés a volver a ir y... "Flaco, no quiero venir más. ¿Lo podés arreglar de una vez? Yo te pagué todo junto no en cuotas, hacelo de una puta vez". Ahí sos un mala onda. ¿Nunca te equivocaste? Te falta paciencia, sos un perfeccionista, si total qué te jode que quede así y haga ruido la puerta. 

Pero macho, vine 7 veces ya. ¡La última vez te olvidaste una llave inglesa adentro de la puerta y se me trabó la ventanilla! -Son cosas que pasan, estoy pensando en River y la promoción-.

Usás el humor, le tirás un chiste -tratando de abrirle una herida en la cabeza con él- y le ponés la mejor sonrisa que podés. Mientras pensás "la próxima vez lo hago en otro lado" aunque sabés que va a volver a pasar y que vas a terminar de nuevo acá para que te arregle los cagadones que hizo el otro proveedor. 

Y ahí, cuando llegues haciendo de cuenta de que nunca pasó nada a decirle "no... mirá, no sé qué pasó que tal y tal cosa", mecánico va a sonreír y te va a decir "dejámelo que lo miramos, seguro es una pavadita". Y entendés por qué se llama fosa el lugar para revisar el auto. Ahí te entierran.

martes, 7 de junio de 2011

Perfil alfajográfico

Dime qué alfajor prefieres y te diré quién eres. Hay para todos los gustos. He aquí un pequeño análisis al respecto.

- Milka Mousse: te gusta el sexo duro. Cuesta llegarte al centro pero vale la pena. Te gusta disfrazarte de Suchard y las cosas de los 80. Sos nostálgico.
- Milka Mousse Blanco: te gustan las albinas.
- Tofi: sos gay y no lo querés reconocer. Te gustaría comerlo en barra pero para disimular le entrás al alfajor. Las chicas que eligen este alfajor son solas.
- Minitorta (Águila): no voy a caer en la obviedad como antes. Sos alegre, innovador y por supuesto hay variantes. El Torta de coco habla de que tenés otros intereses en la vida además del sexo (claramente representados por el chocolate y el dulce de leche). Bien por vos. Si vas con lo clásico bueno, cada tanto clavate al menos un brownie, vas a ser muy feliz.
- Bon o bon: otro que prueba. Explorador. Tu vida ha sido dulce en pequeñas dosis y querés una tajada más grande. Vas a llegar lejos. Te apoya toda tu familia.
- Terrabusi: definitivamente no entendés mucho de alfajores. Comés por inercia. Antes era glorioso pero ahora es como clavarte una lámina. Si lo ponés de perfil no se ve.
- Blanco: sos de llevar la contra, siempre con las minorías.
- Glaseado: tenés un poco de aires de diva, tipo David Bowie, pero no alcanza con tu brillo.
- Maizena: sos un poco empalagoso, te cuesta que la gente te trague.
- Vauquita dulce de leche: lo tuyo es la calidad. No importa más que el disfrute. Bien por vos. Pesate cada tanto igual.
- Coffler: bueno, ya te aburriste de los alfajores y vas a probar un chocolate aireado en forma de círculo. Dentro de poco te hacés puto.
- Pepitos: hay algo de sofisticación. Pensás un poco más allá y evidentemente superaste tus dudas sobre tu sexualidad, dejaste de pensar en el paquete.
- Cabsha: no está mal. Sos un tradicionalista que se cree vanguardia. Mientras seas feliz...
- Havanna: tenés plata pero no gusto. Sí, son de lo mejor que hay pero ya no son lo que fueron. Supongo que tenés issues con asumir tu edad. Ya no sos lo que eras.
- Cachafaz: son los Havanna de la nueva generación. Si elegís estos estás dentro de la masividad pero no te importa porque sabés que son grosos. Como los fans de Babasónicos. 
- Cachafaz blanco: lo tuyo es pura gula. Innecesario pero irresistible. Seguramente siempre das un poco más de lo que hace falta. Bien ahí, autoexigente.
- Cachafaz Mousse: sí, sabemos que el alfajor es copia del Suchard. Está mal, pero es riquísimo. Si elegís este, sos el típico flaco que sale con una mina para ocupar el lugar del ex y no te importa cuánto dure, lo disfrutás mientras dure.
- Jorgito: humilde, arraigado a lo de siempre, tenés poco mundo. No viajaste más allá de Coghlan. Tomate un micro una vez en tu vida así por lo menos conocés los de La Casita del Bosque.
- Guaymallén: acá estamos jodidos. Todo bien a los 6 años pero si seguís eligiendo esos tenés un problema serio. O sos amarrete.
- Tita: sos de los que disfrutan las transposiciones. Ejemplo: las películas basadas en libros como ser Harry Potter.
- Jorgito de fruta: dedicate a otra cosa. Comé flan. Cambiá de vida.
- Mini Jorgito: vas a lo seguro. Actuás despacio. Llegás a tus objetivos de a poco. La paciencia es un rasgo muy tuyo. Sos generoso.
- Tri Shot: vos sos un tipo diferente. Sabés elegir, no comés cualquier cosa y aunque pagues un poco más sabés que vale la pena. En tu laburo sos el que habla poco pero mete buenos bocadillos.
- Terrabusi Brownie: vos sos de los que son fieles a una marca y compran modelo actualizado. Seguro que tu viejo tenía un Falcon, pasó al Taunus y tu primer auto fue un Ka.
- Oreo: sos pro EE.UU. Ambicioso, quisieras poder mojar el alfajor en un vaso de leche. Tenés que entender que las cosas son lo que son.
- Capitán del Espacio: perfil bajo, buen contenido. Sos una persona que no se preocupa por ser famosa. Sabés que los que te conocen te valoran. Tu nombre no te ayuda, pero bueno, la peleás.
- La Nirva: ¿qué te puedo decir? Cada uno es feliz con lo que puede. O no.
- Blanco & Negro de Bagley: sin dudas una persona que sabe mantenerse en la cresta de la ola.
- Balcarce: lo tuyo no es el marketing sin dudas. Dentro de las variedades de la marca, vaya a saber uno cuáles son, lo que demostrás es ser una persona con gustos particulares. 
- Trassens: ¿en qué año naciste? Tal vez debería tratarte de usted.
- Cocolate: bien por la innovación, pero algo faltó. En el amor sos empalagoso.
- Cadbury: si sos religioso lo tuyo es el protestantismo. Es igual que el Milka pero otra marca. Dale, dejá de hacerte el distinto. 
- Fantoche: sin dudas sabés buscar. Sos un gourmet y una persona que sabe lo que quiere. Pionero. Genio.
- Jorgelín: muy parecido al que elige Fantoche, valorás la performance sin importar el trabajo de marca. Lo tuyo es glorioso. Sos un crack.

Nota del autor: las opiniones son totalmente subjetivas y podrán verse modificadas si los fabricantes decidieran enviar muestras gratis al mismo.

miércoles, 1 de junio de 2011

¿Qué decimos cuando hablamos?

Hace poco supe que el telgopor se llama asi porque es "tela gomosa porosa". Fantástico. Me encantan esas cosas. Como NEWS, que viene de North East West South, los puntos cardinales en inglés porque era la forma en que se comentaban las novedades de todo el territorio. Hay palabras que tienen toda una historia detrás. Nylon es otra: New York-London, porque las dos ciudades participaron de su desarrollo. 

El armario es un poco más obvio. Ahí se guardaban las armas. El escobero es mucho más obvio. El encendedor me parece genial porque se llama como lo que hace. El anteojo, que claramente antecede, o el sombrero, seguramente porque hace sombra son otros ejemplos.

Hay otras cosas que tienen historias interesantes en su forma de llamarse, como las facturas por ejemplo. Los vigilantes, las bolas de fraile, sacramentos... Todas creaciones de panaderos anarquistas que trataban de cometer sacrilegio contra la Iglesia o la policía cada vez que alguien se clavaba una facturita.


El mate, que para mí viene del inglés "compañero" y las sandalias que yo creo vienen de arena en inglés (sand=sandals) son otros ejemplos de palabras geniales. Son un poco más entretenidas que otras que describen lo que hacen como apoyabrazos, limpiaparabrisas o inodoro. Que aparte puede ser mentiroso, he visitado más de uno realmente hediondo.


Me gustaría trabajar nomenclando objetos o acciones. Hay muchas, sobre todo verbos relativo a acciones tecnológicas que son muy extraños. Loopear, sharear, customizar, tappear, twittear y así podría seguir un rato más.


Ahora muchos meten palabras en inglés en el medio de las frases. No saben hablar en castellano correctamente pero te meten un "fucking" entre palabras como si fuera un adjetivo válido. Ahora le preguntás si es "hubiera o habría" y te dicen "abría". Sin hache. 


No te conjugan un condicional bien ni de casualidad. La típica "Si yo sabría" o "si yo podría" en vez de pudiera. Ni que hablar del "hubieron" aberración inventada por los periodistas de varios canales. Muchachos y muchachas: es hubo. Hubo accidentes, hubo violencia, hubo de todo. A lo sumo digan "uh, ¿vieron?". 


Voy a parar acá porque si no me sulfuro. Y ha sido causa de más de una pelea.