- Escribime algo.
- ¿Para vos?
- Para alguien.
- ¿Pero qué querés decir?
- Nada. Bah, no sé. Algo. ¿Qué puedo querer decir?
- Y... no sé. Supongo que cosas que te pasan.
- No, no.
- ¿Querés contar una historia?
- Mmm, no, tampoco.
- ¿Un chiste?
- No, un chiste no quiero.
- Te escribo un ensayo.
- No, yo quiero algo definitivo.
- ¿Un diálogo?
- ¿Un diálogo?
- Un diálogo, sí. Un diálogo. Una conversación entre vos y yo.
- Pero es muy pedorro.
- Bueno, no sé. Yo te escribo algo pero decime qué o sobre qué. Si no no sé por dónde empezar.
- Empezá por escribir, después vemos qué sale.
lunes, 23 de septiembre de 2013
martes, 3 de septiembre de 2013
Hasta los huesos
"¿Querés que procese la sopa? Está medio desabrida". - Bueno- , accedí después de un momento de duda. Nunca me gustó demasiado la textura de la papilla. Así que medio de mala gana dije que sí. - Pero fijate que le metí un hueso para saborizarla -.
Escuché el sonido de las cuchillas triturar las papas, la cebolla. El apio. El sonido sordo y ahogado que representaba a las vitaminas quejándose por su muerte absurda a manos del artefacto procesador.
De repente me dijo "creo que se trabó con algo". - ¿Sacaste el hueso?- le pregunté. "No. ¿Qué hueso?".
No me había creído y el hueso fue triturado junto con la sopa. Mi sopa. Esa a la que le puse tanto empeño y expectativas. Justo ahora que era la hora de comer. Justo ahora que tenía hambre. - Má sí, me la mando igual- me dije. Y le entré.
No estaba mal. Alguna astillita cada tanto pero zafaba. Despues de comer me tiré un ratito en la cama como para hacer la digestión y me dormí. No me di cuenta de que me dormía, fue como de golpe, sin darme cuenta. Y soñé. En mi sueño era un cordero. Vi a mi mamá, pasté, caminé por la playa y jugué con otros corderos. Vi que había un horizonte al que sabía que no llegaría. Olfateé el mar y percibí el susto de los otros cuando se acercaban los hombres con una cosa en la mano. Sentí algo y no vi más. Me asusté y me desperté sobresaltado. Tenía la boca seca. Fui al baño y tomé agua de la canilla. Me enjuagué. Me dolía todo. En especial la cabeza. Me sentía triturado.
Escuché el sonido de las cuchillas triturar las papas, la cebolla. El apio. El sonido sordo y ahogado que representaba a las vitaminas quejándose por su muerte absurda a manos del artefacto procesador.
De repente me dijo "creo que se trabó con algo". - ¿Sacaste el hueso?- le pregunté. "No. ¿Qué hueso?".
No me había creído y el hueso fue triturado junto con la sopa. Mi sopa. Esa a la que le puse tanto empeño y expectativas. Justo ahora que era la hora de comer. Justo ahora que tenía hambre. - Má sí, me la mando igual- me dije. Y le entré.
No estaba mal. Alguna astillita cada tanto pero zafaba. Despues de comer me tiré un ratito en la cama como para hacer la digestión y me dormí. No me di cuenta de que me dormía, fue como de golpe, sin darme cuenta. Y soñé. En mi sueño era un cordero. Vi a mi mamá, pasté, caminé por la playa y jugué con otros corderos. Vi que había un horizonte al que sabía que no llegaría. Olfateé el mar y percibí el susto de los otros cuando se acercaban los hombres con una cosa en la mano. Sentí algo y no vi más. Me asusté y me desperté sobresaltado. Tenía la boca seca. Fui al baño y tomé agua de la canilla. Me enjuagué. Me dolía todo. En especial la cabeza. Me sentía triturado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)