Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 28 de mayo de 2013

De mí

Voy o vengo.
Estoy y desaparezco. 
Abro y cierro, salgo a entrar.
No vivo en las nubes aunque me gusta volar.

Camino como me sale, no sé desfilar.
Si me enredo no me caigo, yo me quedo ahí.
Quietito y no desespero, antes de empezar a andar.
Total no sé a dónde voy ni qué puedo a encontrar.
Así que sigo al instinto sin preguntar.
Qué me espera o dónde voy a terminar.
¿Qué tiene de malo volver a arrancar?

viernes, 24 de mayo de 2013

Las causalidades existen

Salió de su casa 5 minutos más tarde de lo habitual porque tuvo ganas de ir al baño. Se le desató un zapato en la cuadra de su casa y se agachó en la vereda. Mientras, perdió el colectivo que toma siempre. No lo sabe, pero hoy no verá a la mujer que tanto le gusta y ve a diario en su viaje. En ese momento pasaba el canillita que reparte diarios y revoleó un ejemplar como todos los días. Él se incorporó justo un momento antes de que el diario pasara sobre su cabeza y lo golpeó en el ojo. El canillita miró, hizo un ademán de disculpas y no vio que la camioneta había frenado. Se la llevó puesta y voló de su bicicleta. Voló por arriba de la caja de la camioneta y aterrizó en el capot.

El chofer, que había parado y tenía las balizas encendidas, no entendió qué había pasado. Dejó el teléfono y se bajó preocupado. El canillita estaba inconciente. El chofer de la camioneta se agarraba la cabeza y miraba al cielo. Dentro de la camioneta una voz de mujer sollozaba por teléfono. "Si no me vas a contestar entonces no quiero vivir más". Se escuchó un ruido seco. Como un tiro.

En ese momento, un nene se prepara para ir a la escuela. Va con su mamá por las escaleras del edificio y camina las 3 cuadras hasta el colegio. Su maestra no está. Su mamá no tiene con quién dejarlo y decide faltar al trabajo. Llama para avisar. Su jefe no atiende el celular. Deja un mensaje. Vuelven a la casa.

Él llama a una ambulancia. Corta y ve un llamado perdido de su secretaria. Escucha el buzón de mensaje. Putea. Guarda el teléfono. "La voy a despedir".

El chofer reacciona. Está bien, solo golpes. Abre la puerta de la camioneta y ve que sigue en curso la llamada con su ex. Pero ella no le contesta.

En el colegio no saben de la maestra y se preocupan. Muchos chicos juegan en el patio menos uno, que juega en su casa con su mamá que hoy no fue a trabajar. 

En la empresa él le comunica a RRHH la decisión y envían el telegrama. Lo recibe ella a la tarde, entre lágrimas.

El chofer de la camioneta sospecha lo peor. Él llegó tarde a la oficina, se ligó un diariazo en el ojo, no vio a la mujer que le gusta, presenció un accidente y se quedó sin secretaria. Un día horrible. Se siente mal. Llama al médico. Lo internan. Es un infarto.

No lo sabe, pero su acción diferente de hoy cambió todo. Si no hubiera ido al baño no hubiera perdido el colectivo. Si no se le hubiera desatado el zapato y no se hubiese agachado, el canillita no se habría accidentado. Y si el chofer de la camioneta no se hubiera bajado y la exmujer no se hubiera matado, el nene hubiera tenido clases y el la hubiera visto al otro día. Y la mamá del nene no hubiera faltado al trabajo y no la habrían echado. Y sin todo eso quizás él no estaría internado. 

Y todo por un meo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Viejos

Me desperté como todos los días. Abrí un ojo, creo que el izquierdo, y me fijé si había oscuridad suficiente como para dormir un rato más. Los días fríos me cuestan. Yo creo que levantarse es un poco como nacer otra vez. Dejar un lugar cómodo y calentito para encontrar otro que no siempre es tan agradable.

Moví el brazo izquierdo hasta agarrar la punta del acolchado y me destapé. Dormía sobre el lado derecho del cuerpo, como lo hago mayormente, ahora potenciado por el dolor del hombro y la clavícula. Me senté en la cama, busqué la pantufla con el pie y encontré solo frío. Miré y encontré una, otra. Me las puse. Vi la hora y solo gruñí. Mirar la hora cuando te despertás puede ser algo desagradable. ¿Qué podés hacer?

Fui al baño. Siempre voy al baño apenas me levanto. Creo que con los años la vejiga se achica o pierde elasticidad. O a lo mejor yo tomo más líquido que antes. No sé. Me lavé los dientes y pensé como cada día desde hace varios "me tengo que cortar el pelo". No es que tenga mucho pero está desprolijo. Bah, desparejo. Me crece más en los lados y parezco Krusty o el profesor Locovich.


Salí del baño y me paré en el pasillo. No sabía acostarme de vuelta o hacerme un mate. Puse la pava y me fui a vestir. Lucía dormía. Ni esuchó cuando puteé por golpearme el pie con la pata del mueble. Wakko me miró de reojo como diciendo "¿qué carajo vas a hacer a esta hora?". Sonó la pava, estaba el agua.

Me tomé 3 mates de pie y luego me senté. Todavía estaba un poco embobado con el sueño que acababa de tener. No lo podía recordar pero me duraba la sensación. Es algo raro, medio confuso. Porque sabés que estás despierto pero te sentís como cuando soñabas. Algo parecido a lo que pasa cuando la película es buena. 

Había silencio. Despuntaban los primeros rayos del sol. Esta vez yo había amanecido antes que el mundo. Apoyé el mate en la mesada y fui a despertarla. Le toqué el hombro despacito y le susurré. Lucía se dio vuelta y me sonrió. Dormida. Vi algo que me llamó la atención. Una arruga. Muchas arrugas. Serán las sábanas, pensé. Y el pelo. Su pelo estaba blanco, canoso por completo. No tenía dientes tampoco. No lo había notado. ¡Era vieja!

Me incorporé y me fui a ver de nuevo al espejo. Era yo. Estaba igual. Tenía mis 33 años como hasta hace un rato. Me miré las manos y no tenía ni una peca. Volví a mirar el espejo. Era yo. Igualito. Me toqué la cara para ver que estuviera despierto. Me pinchó la barba. Sí. 

Volví hasta la cama. Ella dormía ahí. Vieja. Pero dormía.

No sé qué pasó, no lo puedo entender. Será que dormimos mucho. O que yo me negué a envejecer.

lunes, 13 de mayo de 2013

Viento

El viento sopla fuerte y sin pausa. Empuja todo lo que se encuentra. No sé bien para dónde va ni por qué va tan apurado, pero va. Silba también, supongo que saluda. Corre entre los cables y los pocos árboles que le ofrecen algo de resistencia.

Viene desde el Oeste y se mete en el mar. Deben ser amigos desde hace mucho. Yo creo que algo más por cómo lo acaricia. A los árboles los peina para el costado. Están todos parejitos.

El viento acá toma anabólicos, no se anda con chiquitas. Corre los 100 m más rápido que el jamaiquino. Vuelca autos, levanta piedras y hace viajar botellas.  Las cajas levitan, las bolsas juegan a ser pájaros y las personas nos hacemos chinas.

Es medio cleptómano el viento de acá. Se lleva cosas. Ropa colgada en la soga, mucha tierra. Barre y limpia pero después de ido te deja todo ahí tirado, como un mal invitado.

Yo todavía no le entiendo el idioma al tipo. No sé bien qué quiere. Pero lo escucho que habla y habla. Y nadie le contesta.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Caballo de sulky

Vas por la vida mirando para bajo. Siguiéndote los pies. No podés ver al costado por las anteojeras. No sabés si tenés a otro caballo al lado. Te da para mirar el piso y la alfalfa. Es lo que te han hecho. Girás la cabeza, pero el ángulo de visión es el mismo.

Arre, arre caballito que vas a seguir dando vueltas a la plaza. Siempre para el mismo lado. Ya sabés el recorrido de memoria pero sentís que caminás. Pobre caballito, siempre arrastrando a alguien. 

Cada tanto te ponen la zanahoria delante para que camines con más ganas y los chicos se asustan por lo rápido que vas. Siempre ahí, siempre igual. Con los años te pondrás más viejito pero siempre hay alguien que quiere dar una vuelta en sulky.

Me pregunto si soñaste con ser un caballo de salto. Un potro salvaje. Si te gustaría salir de la plaza para correr en un prado. O al lado del mar. Estar con otros caballos, sin rumbo. O si así estarás bien.