Ni idea dónde voy pero seguime

viernes, 26 de abril de 2013

Salí de acá

Dale, tomatelás. Salí de acá. Rajá. Andate, no la hagas difícil. No quiero verte más. Va a costar pero elijo que así sea. No tengo más ganas, no tengo más fuerzas. No quiero más. No puedo más. Quiero que te vayas. Que no te vea más, cada día. Siempre, infaliblemente.

Hacelo por lo que más quieras. Necesito un cambio. Un poco de incertidumbre. Algo que me haga sentir vivo. Un dolor, una angustia. Haceme sentir vivo que hace rato no se me pone la piel de gallina. 

Ya probé con sentir hambre, frío, bronca. Me di cuenta de que eso es parte de sentirse vivo. Pero quiero más. Dame más angustia. 

Andate y no me digas cuándo vas a volver. Que quiero sufrir esperándote. Me quiero doblar del dolor. Me quiero quedar sin voz por insultarte. Quiero no entender qué pasa. Y que no me lo expliques. 

Quiero dejar de ser humano por un rato. No quiero entender más las cosas que pasan. No quiero calcular y especular. Quiero ser un ya y ahora, nada más. Dale, andate. 

Andate, me voy a dormir. Pero no quiero que mañana estés acá cuando me levante, como siempre, convirtiendo la noche en día con tu brillo. Amaneciéndonos.

miércoles, 24 de abril de 2013

Antes de que lo digas

Lo supe desde que sonó el celular. Tengo esa dudosa capacidad de anticiparme a las malas noticias. Siempre la tuve. Yo le digo anticipación. No sé cómo se llama. No, no adivino. Es difícil de explicar. Me doy cuenta unos momentos antes, mientras me llaman. Con el "Hola" ya lo supe. 

Me pasó, es la primera vez que recuerdo, con Black. El doberman de mi abuelo. Era buenísimo, yo era chico, calculo 11 o 12 años, cuando se accidentó. Estuvo varios días mal, muy mal. Pedí ir a verlo a la veterinaria donde estaba internado. Hablé con él. No sé qué le pude haber dicho y después lloré. Lloré mucho por él porque me ponía muy triste que estuviera tan mal. A los pocos días mi vieja llegó de trabajar un poco más temprano de lo habitual. Subió la escalera y yo me di cuenta de que me iba a decir algo malo. No la veía todavía pero escuché algo raro en su voz. Y me dijo "Bruno". -Ya sé, se murió Black-. 

El día que era la fiesta de 4to a 5o yo jugaba al pingpong con Damián. Sonó el teléfono y lo supe. Después escuché a mi vieja "¡Paty, Paty se murió mi papá. ¡Se murió mi papá!". 

Y hace poco de nuevo, esta vez mi hermana me avisó. No supe quién, pero sí qué. No sé si es la hora, el tono de voz...

Suelo pensar en la muerte. Hago bromas. Creo que es mi forma de conocer un poco. No sé si morbo. Me parece que le tenemos miedo a lo que no conocemos. De ahí mis ganas de saber.

Igual pensaba el otro día que morirnos es algo no solo inevitable sino quizás lo único que tengamos que hacer solos en esta vida. Y probablemente lo último.

martes, 9 de abril de 2013

Pavlov

Como es sabido por algunos de ustedes, hace cosa de un mes que vivo en otra ciudad del país. Es mucho más chica que Buenos Aires y tiene una particularidad relacionada conmigo y el resto de sus habitantes: mi perro.

Wakko llama mucho la atención. Allá lo miraban pero hay más perros de raza por la calle. Acá no. La mayoría son perros híbridos o mestizos, no sé. Y sin dueño.

Cuestión que desde que llegamos los tres Wakko es furor por las calles del centro. Día tras día gente que dice "ay qué lindo perro, mirá" o "qué lindo perrito". Tiene mucho éxito entre los chicos por su tamaño y despierta sonrisas entre las señoras grandes.

Hay muchos que se hacen los que saben y le contestan con suma racionalidad, pertinencia en información a quién se ha expresado "sí, es un schnauzer mini. Hay medianos y grandes también". Yo en general no los corrijo porque ¿para qué? Confieso que al comienzo me gustaba pero ya me resulta un tanto molesto que una o dos veces por cuadra me hablen de mi perro. Y no porque sea un ser amargo (o no solo por eso) sino porque enseguida me preguntan "cuánto te costó". 

Ahí se me va al cuerno la simpatía y la cordialidad. No lo veas como un bien. Es mi perro, mi familia, ¿qué importa cuánto cuesta un perro de la misma raza. Entiendo que te pueda gustar y quieras averiguar pero existe algo llamado Google.

El caso es que ya estoy mal predispuesto y ayer me pasó de nuevo. Iba a buscar algo y una señora con un nene me dice con tono un tanto agudo "¿te puedo preguntar algo del perro?" Y yo estaba por largarle todo el cassette, de la raza, de su conducta, que no crece más y que es bueno con los nenes (porque es lo que sigue a la pregunta por el precio). Decime, le dije con cara de papel de lija.

"¿Es macho?". Sí. "¿Dónde lo compraste?". En Buenos Aires. "¿En qué criadero?" En tal y cual. "¿Cuántos años tiene?" Cumple 2 en agosto. Raro que me pregunten eso, pensé. Y ahí vino la cachetada que cada tanto viene bien cuando uno reacciona por costumbre. "Ay, qué bueno. Yo tengo 3. 2 son hembras y todavía no las crucé. Y con el macho no las voy a cruzar. ¿Querés que te avise cuando entren en celo?".

Y así yo aprendí que no tengo que babear cada vez que suene el timbre. Y Wakko tendrá su chance de tener dos amigas con derecho a roce.