Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 19 de febrero de 2013

Alrededor de cumpleaños

Hay cosas que no entiendo del comportamiento social. Una de ellas gira en torno al ego. ¿Por qué se supone que tengo que avisarle al mundo que es mi cumpleaños? ¿Por qué me saludan y me dicen "feliz cumpleaños" aunque haya pasado ya una semana del día en cuestión? ¿Es mi falta no avisar o es del resto por no saber?

Si no sabe, no hay ofensa, no hay falta incluso. No es como un delito que vos cometés porque no sabés que hay tal ley que prohíbe hacer equis cosa. Si no sabías no sabías. Pero no entiendo la supuesta obligación que tiene el que cumple de llegar y decir "hola a todos, ¡hoy es mi cumpleaños!" (salúdenme).

Me imagino la situación conmigo del otro lado. A ver.

X: Hola, hoy es mi cumpleaños.
Yo: Ah (mirá qué loco). Feliz cumpleaños (?).
X: (alegre) ¡Gracias! ¡Qué bueno que te acordaste! Me pone contento que la gente me quiera tanto.
Y: Pero si vos recién me dijiste que...
X: Sí, sí, relindo cumplir años hoy...
Y: Ah mirá, no sabría decirte.
X: ¿Vos cuándo cumplías? Me acuerdo que era por agosto pero no me acuerdo bien la fecha. Me confundo con el de mi vieja.
Y: Claro. Yo cumplo en febrero.
X: Ah, cierto. Como Adalberto, el pizzero de mi barrio. ¿Y qué día era, 27?
Y: El 30. El 30 de febrero nací yo.
X: Ah, qué bueno*.
Y: Sí, muy copado cumplir en verano, por el calor viste.
X: Sí, creo que Rolo también cumple en febrero.
Y: En octubre cumple él. ¿Te acordás que hizo la fiesta de disfraces Halloween?
X: Cierto, cierto. Es importante para uno que se acuerden de su cumpleaños. Vení, comete una medialuna que traje por mi cumpleaños.
Y: Gracias. Que lo pases muy lindo ¿eh?
X: Sí, gracias. Muchas gracias. Después arreglamos bien para el festejo y te venís.
Y: Dale, dale. Esperame que tengo otra cosa antes y voy.

*Nota del autor: ¿por qué dicen qué bueno? Es un día como cualquier otro, ni siquiera retenés la fecha que te dije.


jueves, 7 de febrero de 2013

Un mundo raro

Así se me ocurre llamarle al lugar donde vivimos todos nosotros. Hoy ha sido un día raro, en un mundo raro. Pasan muchas cosas todo el tiempo, a veces son importantes, a veces son urgentes.

Tengo piso. Vinieron los albañiles y terminaron el trabajo y mi casa volvió a tener piso. Podrá parecer una boludez pero no saben cuánto más urbano me siento ahora que piso cerámico en vez de carpeta de cemento.

Llamé para hacer unos trámites en el seguro del auto y cometieron todos los errores posibles. Creo. Tomaron mi nombre como si fuera mi apellido. Creyeron que quería cambiar de póliza. Que había cambiado el auto. Que quería un seguro nuevo. Que quería una cotización. Que el seguro era para mi casa. Que había vendido el auto. Yo soy de pensar en todo lo que puede pasar pero esta vez de verdad no me lo imaginaba. Cada vez que me atendía una operadora distinta surgía una cosa nueva. Un malentendido impensado. Me reía. Y ellas se enojaban entre sí por no poder resolverlo.

Después vi un perro atropellado. Por suerte unas chicas lo ayudaron. Le dieron agua, comida. Lo acompañaron. Llamé a la veterinaria para ver qué hacíamos. Parecía tener una pata quebrada. Estaba tranquilo igual. Me dio pena. Pensé qué feo debe ser morirte y no tener a nadie conocido cerca. Me acordé del turista francés, que murió como un perro hace poco cuando le quisieron robar. Y me dio pena. Intercambiamos teléfonos con las chicas, le consiguieron un lugar para quedarse un tiempo hasta que se recupere. Recién hablé y me contaron que le estaban por hacer rayos X. Puede que haya que operarlo de la vejiga.

Había pensado que el mundo es una mierda. Porque hay gente que atropella perros y se va. No les importa. Pero también hay gente que los ayuda, aunque no los conozca. Aunque no se los vaya a quedar. Y me sorprendí de que no sean pocos. Cada persona que pasaba paraba, preguntaba, pensaba cómo ayudar. 

Tal vez el perro estaba tranquilo por eso. No las conocía. No nos conocía, pero sabía que todavía hay gente que no está blindada.