Ni idea dónde voy pero seguime

viernes, 28 de mayo de 2010

Donde el diablo perdió el poncho

¿Habrá sido en la cima de algún cerro? A lo mejor en Pampa y la vía... Alguno dijo que se lo olvidó en el 60 yendo para Tigre, pero lo cierto es que nadie sabe dónde está. ¿Qué cosa? El poncho del diablo. Ah, claro por eso era el título: donde el diablo perdió el poncho...

Digo yo, ¿qué poncho? Primero que el diablo no es argentino ni sudamericano. ¿O será que sí porque Dios es argentino? Entonces si sigo la lógica de opuestos, ¿Dios debería andar de saco y corbata? ¿Y quién lo viste? ¿Tendrá canje con alguno? ¿Será un ambo con estampado de nubes o todo blanco? O un smoking...

Vuelvo al poncho. No entiendo eso de que el diablo use abrigo. Si vive en el infierno... ah... claro, siempre está a temperaturas muy altas y cuando sale de ahí tiene frío así esté en pleno verano al mediodía en Santiago del Estero y adentro de una olla de hierro gigante. Claro, es la costumbre de las llamas. A lo mejor en Jujuy no tendría tanto frío. También hay alpacas y guanacos.

¿Y cómo hace para pasar los cuernos por el agujero del poncho? Se me hace que se le mete la punta de un cuerno en un intersticio (qué palabra metí) entre dos puntos y hace un desastre. Si a mi se me complica ponerme un pulover escote en v no me quiero imaginar al tipo este. Y me imagino que lo revolea como la Sole. Capaz que por eso lo perdió.

Acabo de darme cuenta de que estaba equivocado. El poncho (auch) era un VW escarabajo. ¡No juego más no vuelve! ¡Basta! Eso era. El diablo anda en un VW escarabajo (poncho) que no recuerda dónde dejó estacionado. Por eso se dice donde el diablo perdió el poncho. Eso sí, no me quiero imaginar la cara del tipo de la playa de Figueroa Alcorta cuando aparezca don Satanás a retirar el coche y pagar la multa y el acarreo. El infractor no lo puede mandar al diablo, porque ya fue hasta ahí. No le puede decir que Dios te lo pague porque se llevan mal. Capaz que puede decir que hacer el trámite es un infierno. Pero dudo que alguien se anime a tratarlo mal. Siempre hay gente que quiere estar bien con Dios y con él.

Ya descifré lo de la ropa de Dios. Tiene corbata. Para que nadie le diga que es el de moño...

El hombre que siempre fue grande

Un padre aconseja, escucha y a veces reprende. Nos alienta, se acerca, nos mira. Y con el tiempo se convierte en abuelo, aunque siga siendo padre. Creo que cuando eso pasa es un hombre diferente. Sus arrugas son huellas, marcas y cicatrices de la vida. Lleva historias en sus ojos y descansa el alma en algún oído amigo.

Es jodido seguirle el paso a su memoria, que aunque ya no sea ágil tiene misterio, pausas y rotondas. Y que en sus pliegues puede esconder mucho más de lo que muestra.

Un abuelo es un amigo más viejo que siempre sabe qué decir y qué callar. Es alguien con demasiados años para salir de juerga pero pocos como para estar colgado en una foto en el pasillo. Abuelo es una figura que visitamos y se nos aparece como quien siempre ha sido viejo. Como si no hubiera sido joven como nosotros alguna vez. El hombre que siempre fue viejo también es grande.

Dedicado a Vicente.

jueves, 27 de mayo de 2010

Reversionando

A raíz de una converesación completamente anecdótica se me ocurrió que si las grandes películas de la historia de la humanidad las hubiera hecho otra persona que quien las hizo, se llamarían de otra manera o tratarían diferentes temas. Y como me gusta pensar este tipo de cosas completamente inútiles pero no por eso menos divertidas, he aquí una pequeña lista de películas reversionadas.

  • Lo que el viento se calló (Lito Nebbia)
  • La novicia re verde (Stan Lee)
  • La noche de las narices feas (Bárbara Streisend)
  • La Bella durmiente (Britany Murphy)
  • Mentiroso mentiroso (Moris)
  • El Mago de la hoz (Sergei Eisenstein)
  • Todo sobre mi madre (Ricardo Fort y Cristian Castro)
  • El extraño mundo de Jack partes I, II, III y IV (Jack el destripador)
  • El gran pez (Grondona)
  • Más allá de los sueños (Sigmund Freud)
  • El rey escorpión (René Higuita)
  • Seven (Hugo Porta, versión libre)
  • Mujeres al borda de un ataque de nervios (escrita y dirigida por Graciela Alfano)
  • El paciente inglés (Carlos Babington y su plan hasta ser presidente de Huracán)
  • La momia (Mirtha Legrand)
  • Casa Blanca (Alan Faena)
  •  

viernes, 21 de mayo de 2010

Tocar de lejos

Los ojos están condenados a mirarse de lejos. Pero tan fuertes fueron sus ganas de poder tocar, que se estiraron y se estiraron hasta tener brazos. Así desarrollaron las pestañas, que son como sus manitos. También dicen que, cuando parpadean, en realidad se están saludando de lejos.

Nadie sabe bien cuándo, pero dicen que una vez contaron que cuando una pestaña se cae hay que rifarla entre dos pulgares. Y quien gana debe dejarla en su pecho porque trae suerte. Me parece que eso es un mito. Es una excusa inventada para que los ojos se saquen las ganas de acariciar. Así llegan ellos, con sus manitos largas y estiradas, hasta los demás.

jueves, 20 de mayo de 2010

Un pollo en la mochila

Antes que nada quiero advertir que lo que van a leer a continuación es real. Sucedió hace ya algunos años en la ciudad de Berlín y se mantiene hasta el día de la fecha (hoy se conmemora el día de la fecha, o de la flecha, no importa) como el día más raro en mi vida. Aquí la anécdota.

Estábamos con Hernán de viaje hacía ya varios días. Tal vez unos 20. Sucios, cansados, con poca plata y con hambre. Decidimos quedarnos 1 semana en Berlín no solo porque era una linda ciudad sino porque el hostel era muy barato y tenía cocina, lo que nos permitía ahorrarnos buena plata. Un día, sin sospecharlo, empezó el día más raro de mi vida.


Primero nos pusimos a hablar con un argentino que resultó vivir a 3 cuadras de la casa de Hernán y que conocía a mucha gente en común. El pibe viajaba con una puerta que se había comprado en Marruecos. Después nos fuimos a caminar por ahí y mientras discutíamos si subir a una torre o no porque era paga, vino un tipo de la nada nos preguntó si éramos italianos y cuando escuchó "no, argentinos" nos abrazó. 


José era español pero vivía con su novia alemana hacía un año o dos en Berlín. No hablaba alemán y se aburría mucho. Nos preguntó si queríamos pasar el día con él. Nos ofreció ir a pasear en auto y aceptamos. Un cero KM hermoso. Escuchamos música y viajamos en algo que no fuera tren después de muchos días. Fuimos a un supermercado a comprar algo para comer y descubrimos ofertas imperdibles. Compramos un pollo congelado que yo cargué en el bolsillo externo de mi mochila. No era un bolsillo sino más bien como unos precintos que dejaban lugar exacto para calzar las patitas del pollo y cuyo broche ocupaba el lugar donde debía estar la cabecita de nuestra futura cena. Hacía mucho frío así que no íbamos a necesitar heladera. Salimos de ahí y fuimos al Museo del Holocausto.


Al llegar, vimos que teníamos que dejar las mochilas para entrar. Me acerqué al mostrador y casi vomito por el hedor del muchacho que estaba del otro lado. Creo que no se bañaba desde la Segunda Guerra Mundial. Le di mi mochila, con el pollo casi colgando de ella, en realidad sus patitas, y el tipo me miró feo. Yo lo miré, él me miró. Miramos el pollo los dos y le hice el gesto de levantar los hombros. Me miró, miró el pollo y le respondí en mi mejor inglés posible, "it´s my dinner". Con cara de trapo de piso viejo agarró la mochila y me dio el número correspondiente para retirarla a la salida. Después de ahí nos fuimos a un shopping a tomar un helado.


El helado era muy caro y no nos alcanzaba para tanto, así que terminamos tomando un Martini Rosso a las 3 de la tarde. José estaba feliz de hablar en español y nos contaba que las alemanas adoraban a los latinos. No pasó mucho tiempo hasta que dos chicas se nos acercaron y nos preguntaron de dónde éramos. Una era un sueño la otra como despertarte un lunes para ir a trabajar. Nos dieron el teléfono y quedamos en llamarlas para salir. Nos despedimos de José y nos fuimos a cocinar el pollo viajero.


Comimos y después salimos con gente del hostel. Nos pasó a buscar un filipino que nos llevó a un montón de lugares en los que no nos dejaron entrar. Terminamos en un bar un poco raro. No nos dábamos cuenta de qué, pero tenía algo raro. Hasta que nos dimos cuenta de que no había mujeres. Así es, terminamos en un bar gay. Ya no había trenes y teníamos que esperar un par de horas. El barman se me hizo el simpático y me regaló un trago. Le saqué dos más para mis amigos y esperamos a que hubiera trenes de nuevo para volver.


Subimos a uno pero había guardas y no teníamos boleto. Tuvimos que bajarnos y esperar otros cuantos minutos. Subimos al siguiente tren y lo que vimos fue increíble. 4 o 5 borrachos vestidos de árboles iban cantando en el piso y en los asientos. Uno de ellos le quería hacer masajes en los pies a una pasajera. Nos miraban y se reían. Y les dijimos, ¿de qué se ríen si ustedes van vestidos de árbol? Obviamente "los hombres hoja" no entendieron. Pero su disfraz era muy bueno, tenían hojas de felpa o terciopelo cosidas sobre su ropa y parecía que habían rodado por alguna vereda otoñal. Gritaban, aplaudían, estaban muy muy borrachos.


Bajamos del tren y vimos un tipo con la pierna dada vuelta. Se había caído de la escalera y me parece que se fracturó la rodilla, si es que se puede. Venían los de la ambulancia y Hernán le dijo "hola" a una alemana que bajó con nosotros del tren. Ella le contestó "hola". Él dijo "¿cómo estás?" y respondió de nuevo "bien, gracias". Nos quedamos atónitos. Era ecuatoriana y vivía ahí en Berlín. Nos preguntó si la queríamos acompañar hasta su casa, vivía con amigas. Fuimos y se despidió en la puerta, nos dijo que volviéramos a verla al otro día. Caminamos unos pasos y nos dimos cuenta, como Jim Carrey y su amigo retonto, que no le habíamos preguntado qué departamento era. ¿Se puede ser tan nabo? Sí, se puede. Yo dije no importa, miramos en el portero (allá tienen los nombres en la puerta) y buscamos algún Gutiérrez Mándara Alcorta. Eso hicimos, y se llamaba así. Chan. Por supuesto nunca nos atendió.

Las chicas del shopping tampoco nos dieron bola para salir y nunca nos subimos a esa torre donde nos encontró José. Pero el pollo estaba buenísimo.

viernes, 14 de mayo de 2010

Batman y Robin (Hood)

En estas ideas un poco descabelladas que a veces tengo, gracias a mi calvicie incipiente, se me ocurrió pensar qué pasaría si se mezclaran héroes de diferentes extractos y épocas. Se estrenó Robin Hood y pensé, ¿cómo sería una aventura de estos dos héroes juntos?

Ambos vienen de la alta sociedad. Batman no es, como dice Homero Simpson, un científico;  sino un multimillonario sin poderes. A diferencia de otros como Superman, Aquaman, Flash y El Hombre Halcón, Batman no vuela, no tiene super fuerza o velocidad, ni puede respirar abajo del agua. Tampoco habla con las ballenas. Sin embargo, suple todo con guita. Tiene submarino, avión privado, batimóvil y seguro un palco en Mundo Marino pago de por vida. 

El tipo, más allá de su coraje y su raye (la verdad que muy normal no debe ser para andar con el calzoncillo por afuera del traje, una máscara y una capa) es un chabón normal. Con guita, pero normal. Un Ricardo Fort pero que en vez de tener aires de Chayanne y Johnny Bravo quiere ser como Superman y combatir el mal. 

Tiene a su ayudante Ricardo Tapia (¡uy, lo desenmascaré!) que lo admira y le levanta el ego todo el tiempo con sus "Recórcholis Batman". Igual nunca entendí por qué le dice Batman y no Bruno cuando están solos si los dos saben que Bruno Díaz es Batman y Ricardo Tapia es Robin...

En fin, Robin Hood, simplificado, era uno que les quitaba a los ricos para darle a los pobres. No piensen mal, les donaba parte de la guita que les sacaba a los que más tenían. En realidad todo esto es mentira. Lo que el tipo hizo en realidad es lo que hace Autopistas del Sol... ¡Cobraba peaje! Si querías pasar por el bosque de Sherwood te cobraba su tarifa. Y como los ingleses son pro liberalismo, el Estado no le metía mano en su tarifas.

Batman y Robin Hood tendrían muchos problemas porque el fraile y los demás le invadirían la mansión a Bruno Díaz y le saquearían todo. La Baticueva, que siempre está limpia y ordenada con sus maquinitas, sería un quilombo. Aparte Batman es un tipo "bien, ¿viste?" y Robin Hood lo era, pero dejó todo cuando volvió de la cárcel. Vienen de lugares parecidos pero uno ni a palos renuncia a sus millones.

Robin Hood usa arco y flechas. Batman tiene pie plano y pega piñas. Uno anda en Batimóvil y el otro a caballo. Uno ama a Mariana, una Lady, y el otro a una periodista. Uno tiene mayordomo y el otro un fraile borrachín amigo. Batman usa esos guantes de lavar y Robin Hood se baña una vez por semestre. Batman se hace el recio con Gatúbela y no remata al Guasón porque necesita a su contrafigura. Tiene hot line con el Comisionado Fierro. Robin Hood no tiene ni pager y duerme en los árboles.

Me parece que es muy difícil que puedan luchar juntos contra la maldad. Creo que la única forma de que Batman vaya al bosque a dormir sería que se comprara una semanita en un apart hotel en Cariló. 

martes, 11 de mayo de 2010

Teléfono descompuesto

Un miércoles cualquiera suena el teléfono en Villa Urquiza. 3 am.

- Mmm. ¿Hola?
- Sí, llamaba por el aviso.
- ¿Eh? Son las 3 de la mañana...
- Ya sé, pero quería ver si hoy tenías disponible, necesito verte.
- ¿Ahora? ¿a mí? ¿Quién habla?
- Soy Alberto. El de la calle Manzanares. No me digas que ya te olvi...
- Estoy dormido. Y mañana trabajo. No me hagas jodas por teléfono a esta hora.
- Ya sé que mañana trabajás, por eso te quiero ver hoy... ¿podés? Mirá que tengo buena plata...
 (...)
- Dale. Mañana no abro el taller y tengo ganas de verte. Si ayer viniste a la misma hora.
- La verdad es que no entiendo la broma. Yo no fui a ningún taller.
- ¿Vos no sos el taxi?
- No, yo trabajo en una oficina, ¿qué taxi ni taxi? ¿Aparte qué taller te llama a esta hora boludo?
- Dale no te hagas el difícil que ayer te gustó. Y no hablo de los taxis que llevan gente.
- Me parece que se equivocó de número señor. Esto no es un radiotaxi.
- Pibe, ¿vos me estás cachando? Yo quiero co...
- ¿Ah si? Mirá vos, y yo quiero dormir así que la próxima fijate de marcar bien.

Alberto no llamó más.

lunes, 10 de mayo de 2010

Electrodomésticos

No podía creer lo que me contó. Ella tiene una heladera con alarma. Primero pensé que se trataba de un dispositivo antirrobo. Estaría bueno, porque si querés hacer dieta cada vez que abrís la puerta, chilla y te avergüenza. Así te inhibís y comés menos. O comés cosas que no van en la heladera. Entonces tanto no sirve. Y si te afanan la heladera en tu presencia te vas a dar cuenta. Aparte imaginate que le ponés la alarma cuando cerraste la puerta y te aparece un flaco en la cocina y te dice "¿te la cuido, jefe?" . Y además de darle plata tenés que comprar otra Ballerina.

El tema es que a los pocos días de sonar la alarma de la heladera de mi amiga, se murió. La heladera, claro. Evidentemente fue un aviso de que algo andaba mal. Buenísimo, es una heladera... perdón, era una heladera inteligente. Avisó que tenía un problema, pero nunca supo qué. Y los forenses no saben mucho de heladeras. Aunque sí saben de cosas frías y fiambres. Yo me puse a pensar que esas heladeras  que parecen ser inteligentes se nos parecen a las personas. A veces damos señales de que algo anda mal, pero no decimos qué.

Por ejemplo, si una mujer tiene cara "formal" y le preguntás si le pasa algo seguro vuelve un "¿Que si me pasa algo? Eso deberías saberlo vos". ¡Alarma roja! Siempre preguntá "¿Qué es lo que te pasa?" Por lo menos así mostrás que registrás que algo hiciste (no importa que no hayas hecho nada; primero amortiguá el enojo y después de que te explique, vas a ver que algo hiciste). Cuando un hombre se vuelve monosilábico también puede considerarse una señal de alarma. Seguramente necesite un poquito de aire. Los hombres necesitamos pensar solos en nuestros problemas, encontrar una solución, sentirnos seguros de nuevo y recién ahí hablar de eso. En cambio las mujeres son más de contar todo tipo canilla rota. Una vez que abrió y empezó a brotar no va a parar hasta que se vacíe.


Pero no me quiero desviar del tema de las alarmas que no sirven. Igual que con la heladera, las personas damos señales cuando algo anda mal. El problema es que no decimos qué. Y pretendemos que del otro lado lo deduzcan o adivinen. Mi lavarropas, por ejemplo, tiene un visor y te pone E1, E2 o E3. E quiere decir error. Vas al manual y mirás qué es 1, 2 y 3. En general es que lo cargué demasiado y se traba. Pero las personas en general no vienen con manual. Ni con automático. En fin, creo que pude sacar una conclusión de todo esto: somos una mezcla de esos dos electrodomésticos. ¿Por qué? Primero porque vivimos en casas, o sea que somos domésticos. Y también usamos cosas eléctricas. Es decir que nosotros también somos seres electrodomésticos.


El lavarropas da vueltas, vueltas y vueltas. Hace espuma, se sacude y chilla. Y capaz que en el medio se tara y te deja lo que necesitabas a medio hacer. Pero te informa por qué se detuvo. Así que vos podés aprender de eso y no volver a hacerlo. Cuando la heladera tiene un problema también te avisa, pero antes de que el problema sea un hecho, entonces tenés que llamar a alguien que la conozca mejor que vos y te de un diagnóstico para evitar que se rompa. Sabe que algo va a pasar, pero no qué. Esto deberíamos hacerlo todos, pero no siempre pasa. En general esperamos a que se rompa algo para avisar. Y como no tenemos manual es difícil saber qué pasó.



Me parece que de todo se puede aprender. Me quedó esto centrifugando en la cabeza. Pi pi pi pi pi pi.

jueves, 6 de mayo de 2010

Múltiplo de 2

¿Vieron ese capítulo de Los Simpsons donde Bart le vende su alma a Milhouse? Recuerdo la parte en la que todos van en botecitos y Bart se queda dando vueltas en círculos porque como no tiene alma solo tiene un remo para usar. Mientras, Milhouse va disfrutando sin hacer nada porque su alma y la de Bart reman por él. Y la verdad es que a veces podés sentirte un poco así. Digo, en un bote pensado para dos pero solo con vos mismo. ¿Tanto cuesta que te den un kayak? O un motorcito...

Lo que le pasa a Bart nos ha pasado a muchos. Por si no queda claro estoy hablando de los solteros. Hay muchas situaciones que están preparadas, pensadas e ideadas para parejas. La sociedad puede ser muy cruel e indiferente con nosotros. ¿O no? 

El primer ejemplo tiene altibajos: el carrito de montaña rusa. Si subís con alguien desconocido no es lo mismo. Vos sos un desquiciado que grita o se ríe y él/ella lo son para vos. Y si vas solo es como que te falta algo. Como escuchar música en Mono.

¡Los casamientos! Ya de por sí es un poco raro ir soltero a un casamiento. Es casi contradictorio. Aunque si lo pienso bien lo mismo pasa cuando vas a bautismo y no sos creyente. O a un velorio que no es el tuyo. 

Para empezar te sientan en una mesa con gente "copada" para que te sientas a gusto. Ya lo de ponerte con gente "copada" te da a entender que te quieren contener. Soltero no es sinónimo de suicida en potencia ¿ok? Depende de la boda, se arma círculo grande para bailar o no. Si fuiste solo al casorio y no hay ronda grande quedás suelto y dando vueltas por ahí. Porque si te quedás sentado en la mesa vienen preocupados y se llevan todos los cuchillos. "En serio, estoy bien, solo que no se cómo bailar Patito Feo". Tampoco me pongas Air Supply pero con Los Charros y Los Decadentes voy bárbaro.

Igual cada tanto tenés una pareja solidaria que te integra en un trío. Ay, eso sonó raro; pero no se puede discutir que el baile de casamiento está pensado para gente que fue en pareja. Salvo el carnaval carioca (que es cuando la mayoría aprovecha que tiene la cara tapada y se raja). ¡Y nunca te pasan un malambo como para zafar! Por suerte hay mozos copados que para compensarte te dan dos postres. Ah y no hay presión con el ramo. Dos puntos a favor.

Ahora ya no pasa tanto pero existen, los novios que organizan los juegos para solteros. Te hacen parar, vas adelante de todo el mundo y tenés que sacar y poner ligas. Che, no somos fenómenos de circo. A nadie le divierte lo de las ligas. Entiendo que hace 30 años fuera una novedad ver una gamba distinta pero ahora tenés culos y tetas en la tele desde las 9 de la mañana... Actualicemos las tradiciones por favor. Que manía la del novio. ¿No vio que no todos se divierten con eso?

Pensaba en la vida cotidiana y hasta la comida está pensada para 2. Las hamburguesas, no importa cuántas vengan en la caja, vienen en sobres de a pares dentro. ¿Y si quiero comer 3 hamburguesas y no tengo ganas de abrir 2 sobres? Los panes de hamburguesa vienen de a 4. Todo par, todo múltiplo de 2.

Los postrecitos y muchos yogures. En pack de 2. El yogur no me importa, pero los postrecitos que vienen de a 2 son geniales si sos soltero, no me molesta comerme ambos.

Hace unos años entrabas más barato a los boliches si ibas en pareja. La cantidad de parejas que se formaban en la fila y se disolvían ni bien cruzabas la puerta... En los bares te hacen 2x1 y en cine te ofrecen el combo pareja. ¿Por qué no hacen el combo para 1? Es más, vendan lo mismo pero cambien el nombre. ¡Discriminadores! Y las frases. "Encontrar tu media naranja" ¿qué quiere decir, que si no la tenés sos incompleto? Aparte nadie usa medias naranjas, no combinan con ningún zapato. Dejen de mandar fruta.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Lo que extraño del siglo pasado

Hoy, día nublado y fresco, da para ponerse un poco nostálgico. Sin bajón pero para recordar. ¿Qué extraño del siglo pasado? 

No viví mucho, apenas 20 de los 100 años del Siglo XX -cambalache- pero hay cosas que la verdad es que las extraño. Voy con mi lista.

- Los asaltos (los de baile, no piensen mal). 
- Las camisas hawaianas. Feas sí, pero cuánta personalidad para ponerse eso.
- Las mallas fluo. Amarillas y naranjas.
- Los almacenes con latas de galletitas y venta al peso. Llevarte las Boca de dama o las Melba en la bolsita...
- El teléfono a disco. ¡La adrenalina que generaba discar rápido sin equivocarse! Y no saber si habías marcado bien hasta que te atendían (porque no había caller id).
- Los cassettes. Me quedo con los CDs pero estaba bueno rebobinarlos con los lápices o las biromes.
- Los teléfonos públicos de colores.
- Las moneditas de queso Bum. Paquete verde. 
- Los autos con paragolpes y manijas de metal. Los asientos que te quemaban en verano no los extraño.
- El walkman.
- Las remeras batic. ¿Quién no las usó?
- Los alfajores Suchard.
- Los cospeles de subte.
- Los pantalones cortos. Pero cortos de verdad, no por la rodilla. ¡Yo no quiero ser rapero!
- Los collares hechos con el metal que abre las latitas de gaseosa (¿?)
- Los boletos de colectivo de colores y capicúas.
- Saberme los números de teléfono de memoria.

lunes, 3 de mayo de 2010

Musculocas

Son personajes que pueden ser avistados generalmente de noche. Por supuesto que se los identifica fácilmente por su vestimenta. Un jean, o cualquier pantalón, de preferencia entallado, y desde ya la nunca bien ponderada musculosa. Los musculocas no tienen frío. No importa si hacen 7 o 29 grados, mostrar los bíceps, tríceps, y todos lo ceps que tiene esta gente es más importante. Los musculocas no son peludos. O sí, pero se depilan. Son prolijos, meticulosos, y les encanta figurar. A veces se ponen alguna pulsera. De cuero tal vez. Bien vistosa.

Los musculocas tienen amigos que no son así. Porque de esa forma se destacan. Bailan siempre con la lata de energizante en una mano y con el movimiento pélvico típico del meneaíto. Pero sin ir hasta abajo. Hay musculocas que incluso se animan a la tela calada. Después viene la purpurina y de ahí al conchero hay 2 años, 3 máximo. Compiten con las chicas por el protagonismo.

Las musculocas suelen usar gel en el pelo. Es más, no recuerdo haber visto musculocas pelados. Habría que ver si es condición tener pelo para ser musculoca. Lo que sí se es que prefieren color blanco o negro para la remera que usan: la musculoca. ¿Será que además de mostrar les gusta usarlas porque tienen como un bretel?

Se matan en el gimnasio. Si bien son recios, pueden llorar si les sale un granito en la cara. Tienen una sensibilidad diferente: los conmueve una oferta de latas de atún o una nueva canción de Daddy Yankee. Ni hablar de Madonna. Pero ojo, solo cuidan su aspecto (a veces más que una modelo). Se miran en todo lo que refleje y cuidan que su peinado no se altere bajo ninguna circunstancia. Sin espejo no hay vida y si se rompe no son 7 años de mala suerte, son 2 días de abstinencia. 

Los musculocas son como la buena ropa: cuando salen del placard todo el mundo los nota.