Ni idea dónde voy pero seguime

viernes, 16 de octubre de 2009

Mi país ya no es mi país

¿Qué pasa cuando mi país ya no es mi país? Lo veo ajeno, no propio. Lo siento lejano a mí. Tenemos otras prioridades, otros valores; diferentes puntos de vista. Mi país y yo nos hemos ido distanciando con el correr de los años. O mejor dicho a través de los años con el correr de los cambios que cada uno ha hecho. La Argentina de los ochentas tenía para quienes éramos chicos una sensación en el aire. Estaba difícil la cosa, pero todos tirábamos para salir. Estábamos unidos. El dólar le quitaba el sueño a los mayores, los gremios a Alfonsín y las colas para comprar lo que mañana iba a costar el doble eran moneda corriente (con muchos ceros). La democracia no estaba asegurada y la guerra era algo muy fresco todavía. Pero la gente era distinta.

Mis abuelos me contaban historias y logros de un país que supo estar entre los más prometedores del continente. Ejemplo en industrialización, salud, educación. Incluso con la tasa más baja de analfabetismo. No pasó tanto tiempo, apenas dos décadas, y hoy estamos más cerca de una realidad muy opuesta.

En los noventa se relativizó todo lo que no fuera importado. El dinero se convirtió en la tabla de valores para la convertibilidad de la vida. La economía siempre influyó en la decisión política, pero creo que las personas dejaron de pensar en el mañana para vivir el hoy. La burbuja duró poco y cuando estalló apareció el sálvese quien pueda y los demás me importan un carajo. ¿Por qué no volvimos a esa visión de unidad? ¿Por qué el individualismo y no lo colectivo? ¿Por qué se dejó de confiar en el de al lado?

Los últimos años el país ha ido como una montaña rusa, de arriba para abajo, girando y con gente que se ha caído por no tener fuerza para mantenerse agarrada. Algunos quedamos subidos, pero no sabemos cuándo va a parar mientras desde abajo varios se pelean por tocar los botones y manejar este juego impredecible. Mientras tanto yo pienso y siento que este país que hoy vivo no tiene mucho que ver conmigo.

Y más que nunca recuerdo que se nos ha tildado de soberbios, necios e ignorantes. Emperrados en hacer las cosas sin oír al que ya las hizo y se equivocó, condenados al fracaso no por incapacidad sino por desidia. Elegimos mal una y otra vez. Porque somos los mejores del mundo y los más inteligentes. Y cuando nos critican es porque nos envidian, nos odian. Siempre hay mala leche contra nosotros. Y así vamos contra la pared una y otra vez hasta que sangre la nariz. Y después la culpa va a ser del pelotudo que puso la pared en nuestro camino.

Otros países han hecho las cosas de otro modo. Con trabajo, con seriedad, con compromiso. Con ideas diferentes pero unidos para lograr un objetivo común y bueno para todos. Y lo peor no es que nos vamos a dar cuenta cuando sea tarde. Lo peor es que no se si alguna vez nos vamos a dar cuenta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Mis frases de Facebook

  • ¿Se permite entrar a la UBA con antiparras?

  • Feliz semana del huevo para todos. ¡Especialmente para vos, Clara!

  • El viernes es al fin de semana lo que el choripan al asado.

  • Sueño con una siesta. ¿Es un metasueño?
  • La expresión "rascarse los huevos" ¿habrá surgido de ver a un linyera, que es croto?

  • Es contradictorio llamar misal a un vino que es dulce

  • Si le llevo una botellita de agua a Don Corleone para que la bendiga, ¿tengo agua vendetta?

  • ¿Por quién hinchará hoy Horacio? (antes del partido con Paraguay)

  • La justicia es el realismo mágico por excelencia: es increíble que sea realmente así.

  • ¿Sillicon Valley es el barrio privado donde viven las vedettes?

  • Siento que me toman el pelo cuando me hablan de vasos capilares.

  • En invierno la lluvia es como una jirafa en el zoo: está bueno para mirar pero debajo de ella no la pasás tan bien.

  • Me asusta tener que hablar con gente que trabaja en siniestros.

  • Si la verdad no tiene remedio quiere decir que las farmacias mienten.

  • ¿Un hipertenso puede ir a comprar a La Salada?

  • ¿La pizza a la parrilla es cocina fusión?
  • Un kinesiólogo vampiro, ¿practica tracción a sangre?
  • Llamar abrefácil a la tirita roja del paquete de galletitas es un acto de cinismo

  • La gente que vive en un PH es más propensa a sufrir acidez
  • ¿Por qué al mouse inalámbrico no se le dice hamster?
  • Iba a hacer un chiste con el grupo del mundial pero no tiene grecia. Estoy cansado y nigeria pensar. Ar gen ti na! corea la hinchada.

viernes, 2 de octubre de 2009

El neblina

¿Quién no tuvo un compañero de trabajo al que le aplique este ingenioso apodo? Si vamos al diccionario del saber popular encontraremos que se utiliza este epíteto para referirse a aquella persona que, al igual que sucede con el fenómeno natural, se espera a que se levante y se vaya para que mejore el día.

El neblina puede tener diferentes formatos. Está aquél que contagia la mala onda sin emitir palabra pero también el que se empeña en serlo. Y lo fomenta. No importa qué tanto hagamos el esfuerzo por ignorarlo, al igual que la neblina de verdad, nos jode. Y aunque todos hagan de cuenta que no está, sabemos que sigue ahí. Por eso esperamos a que se levante y se vaya o celebramos sigilosamente cuando no hay.

El neblina es un personaje típico de la oficina. Como bisagra, aquél que siempre está en la puerta o en la ventana y no en su escritorio. Suele ser un fenómeno de costumbres. Esquemático, meticuloso, riguroso, rígido, casi diría repetitivo. Seco y amargado, no disfruta del placer como la mayoría, sino de generar malestar entre los demás.

Se opone a la luz, el sol y todo aquello que implique goce, disfrute y relajación. Reivindica el suplicio y no pierde oportunidad de transmitirlo. Es una de sus costumbres favoritas arruinarte el día, en especial cuando es uno de esos en que le ponés onda para no pasarla mal a pesar de estar encerrado entre 4 paredes un día de sol.

Neblina es taxativo. Terminante. Blanco o negro. Todo o nada. No hay felixibilidad en su mente, ni permeabilidad a nuevas ideas, en especial cuando provienen de otros seres. Él solo tiene ojos para sí mismo. Incluso sus conversaciones no son más que monólogos disfrazados de diálogos para poder escucharse y ser escuchado, sin más ánimo que regodearse de todo lo que sabe; o cree saber.

Neblina es sordo y ciego. No utiliza los sentidos ni tiene sentimientos. Al menos no en la superficie. Aunque algunos cuentan que una vez le vieron esbozar una sonrisa al enterarse de un despido.