Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 15 de septiembre de 2011

Autochistes

Un amigo se compró un VW Golf y escucha salsa todo el tiempo. Yo creo que es un pancho.
Para mí Palermo es el barrio con más goles estacionados. El auto preferido de Soldán es el Escort. Los veterinarios tienen un Pointer. Si querés broncearte la espalda te conviene el escarabajo. La gente negativa compra siempre Renault. Ése no quiere un auto, quiere un Symbol. No le creo nada de lo que cuenta de su auto, para mí es re Sandero.

Los guías de montaña usan el VW Senda. Si tenés que ir rápido te dejo Passat. El mejor para ir a la playa es el Duna. Es contradictorio tener pareja y viajar en un Uno. La mina era tan turra que se compró un Regatta. Lo hizo después de varios Tipos.

Los que viven de joda se compran un Seat Ibiza. Los astrónomos prefieren el Galaxy, que es más barato que el Carat. Si sos bombero seguro te gusta la Fuego. Si sos carpintero el Sierra. No me acuerdo cómo era el chiste del Renault Laguna, pero seguro que fue el que cagó a la Fuego. Me parece que es muy bueno vivir en Ecuador y tener un Polo. A todo esto, ¿cuántos caballos tiene el Polo?

martes, 6 de septiembre de 2011

Clasificado

Modelo 1979. Con música. Muchos kilómetros hechos en ruta. Buen estado con desgaste habitual para su antigüedad. Equipamiento de serie más agregados a lo largo de los años. Siempre guardado bajo techo. Detalles de chapa y pintura pero buena mecánica. Consume un poco de aceite pero no te deja a pata nunca. Buen tamaño de baúl. Cómodo en la ciudad  y ágil en caminos de montaña. Dobla bien pero no trae hidráulica. Papeles al día. Listo para salir de viaje. Se escuchan ofertas razonables por un amigo de fierro.

 

viernes, 2 de septiembre de 2011

Nadador

Empezó sin darse cuenta. Llegaba del colegio y se sentaba en el cordón de la vereda. Ni entraba para almorzar. Se quedaba viendo a los pocos autos que pasaban por su calle empedrada. Algún Gordini, ese Peugeot que le gustaba…

Miraba el verdín, flora del adoquín y algunas hormigas que caminaban apuradas como si fuera a cerrar el banco y tuvieran muchas hojitas para depositar. No pensaba, solamente observaba.

Así estaba un rato largo hasta que su mamá lo llamaba a los gritos. Iba resignado, dejaba la mochila en el pasillo y se sentaba a la mesa frente al plato frío de fideos con salsa. -¿Qué hacías?- le preguntaba ella. -Nada- respondía siempre. -¿Cómo que nada?- insistía ella. -Nada-. -Bueno comé que estás flaquito, hijo-. -Sí, mamá-.

Esta secuencia se daba 3 o 4 veces a la semana. En verano cambiaba porque él no iba al colegio. Pero la conversación iba por lo mismo. ¿Qué hiciste hoy? ¿Con quién jugaste? -Nada-.  
Cuando fue mayor y descubrió que las chicas se interesaban por él, no se hizo mucho el galán. Si le preguntaban si le gustaba Marta o Graciela no respondía, se encogía de hombros. Como quien dice "y bué".

¿Qué querés estudiar? -Nada-. ¿Te pasa algo? -No, nada-. La vida pasaba de largo. Él la veía pasar desde afuera. Todo le daba igual.

Todo el tiempo, nada. Un día algo pasó. Fue como un chapuzón en agua helada. Se despertó. Se dio cuenta de que estaba flotando sin proponérselo. Hay gente negadora, soñadora. Él era nadador.

Al contrario de lo que podría pensarse, no se deprimió. Tomó coraje y se tiró de cabeza en la pileta de la vida. No se iba a ahogar.