Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 17 de noviembre de 2011

Visita

-¿Viste que vine? Te dije que iba a venir. Sí, ya sé. Vos nunca creés lo que te digo. Pero yo te había avisado que si podía iba a venir. ¿Cómo no iba a venir a verte? Dale, si sabés que a mí me encanta estar acá con vos. No, no es chamuyo. ¿A vos te parece que me la jugaría así por nosotros si no me pasara algo en serio con vos?-.

-Dale, mirame. Dale, hablame. Dale. No me dejes así. Siempre es lo mismo. En vez de ponerte contenta porque vine a verte estás fría, pétrea. No me devolvés nada. Ni siquiera miraste las flores que te traje. Sí, son las que te gustan a vos. ¿Qué cómo lo sé? Ah, yo tengo mis informantes. Bueno, dale, dejá el teatrito que me estoy cansando de hacer el ridículo hablando solo. Che, dale.-

-Qué cosa, al final siempre lo mismo con vos. ¡Un día me voy a cansar y no voy a venir más! Ya vas a ver, vas a envejecer sola. Desagradecida. ¿Sabés cuántas quisieran tener un tipo fiel y leal como yo? No, ni te das una idea porque nunca salís de acá. Estás clavada a este lugar, no hay manera de que lo entiendas (...) Ok, perdoname, no quise ser tan duro-.

-Bueno, yo me voy a ir. Y no sé si vuelvo. No, no te pongas así, si sabés que siempre te digo lo mismo y vuelvo. Dale, por lo menos mirá las flores. En algún lado las guardás, porque cuando vuelvo las que te dejé ya no están. Me voy, me espera mi mujer, pero voy a volver, te lo juro como que me llamo Marcos. Chau, bonita. Chau.-

Deja el ramo al pie de la escultura y se va silbando bajito.

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