Sí, la lluvia tiene la culpa. ¿De qué? De que la gente coma mal. Sí, estoy loco, pero igual tengo razón en esto. Seguime.
Hoy tardé 35 minutos para llegar a hacer un trámite. Es más, 30 fueron para hacer 10 cuadras, entre Plaza Italia y Pacífico. ¿Por qué? No había luz en Santa Fe y Juan B. Justo, calculo que por la lluvia. Pero tampoco había un policía para ordenar el tránsito. Se ve que se ocupan del tráfico nomás. El trámite me llevó 2 o 3 minutos.
Después viajé 30 minutos para llegar al médico. Esperé 60 minutos hasta que me hizo pasar; demoré 5 minutos adentro. Cuando salía, tardé 15 minutos para cruzar una barrera. No tengo muchas ganas de ponerme a sumar minutos pero claramente pasé más tiempo en viaje o en espera que haciendo lo que tenía que hacer. Y me puse a pensar, ¿no tendría que ser al revés?
Sentí que había usado mal mi tiempo. Mucho para llegar, poco para estar...
Y comemos re apurados. Masticamos muy rápido. Tanto que a veces nos mordemos el cachete. Y cómo duele. Y están los que te hablan mientras comen, porque no quieren perder el tiempo. O te muestran lo que comen, no pueden esperar. Y no sabés qué cara ponerle... ¿Se mira la comida o se mira para otro lado? Está el que se atora y llora como si se hubiera agarrado un dedo con la puerta. Otros hacen ruidos extraños, agarran los cubiertos como cavernícolas o monos y los hay de los que no paran hasta terminar el plato y dejarlo brilloso como picaporte de edificio recién lustrado por encargado nuevo.
¡Por eso la gente ya no cocina! Te preguntarás qué tiene que ver la lluvia. Bueno, volvemos a empezar, llovió, se inundó todo, tardé en llegar, pensé que malgasté mi tiempo en vez de disfrutarlo por culpa de un maldito semáforo y pensé que lo mismo siente mucha gente cuando cocina (aparte comemos re apurados). Entonces porque llueve, se inunda y valoramos el tiempo que tardamos en llegar, no cocinamos. ¡Estamos al horno! Pedí delivery y si llueve que el pibe de la moto venga en kayak.
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