Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 3 de diciembre de 2009

Quiero que algo cambie, por eso hago poco


A veces hace falta golpear para mover. A veces no. Puede pasar que un pequeño gesto, apenas un ademán, por insignificante que parezca, genere una onda expansiva que lo haga crecer. Como cuando chapoteamos en una pileta.

Se dice que un cambio atrae a otros. Puede que sea así, o que el deseo de un cambio nos impulse a realizar otro más pequeño antes. ¿A quién no le pasó alguna vez que algo chiquito, casi imperceptible, modificó radicalmente su vida? Se te fue el bondi, parece una boludez. Pero no. Mirá si en ese bondi estaba el amor de tu vida subida, o el de su vida en subida. Pero no, se te fue. Y eso no te cambió la vida. O sí, pero no lo sabés. En realidad, y esto es lo importante, cada uno es capaz de cambiar su vida. En bajada o en subida.

Por eso adopté una táctica: cuando quiero un cambio grande en mi vida, hago algo chico. Y el resto se lo dejo al universo. Si no sucede, no fracaso. Por ejemplo: si quiero cambiar de trabajo, cambio la marca de fósforos que compro. Por eso ahora compro 3 patitos, quiero levantar vuelo. Se lo comenté a mi psicóloga y me dijo que cuando compré 3 patitos uno se me fue. No sé qué quiso decirme. El caso es que no cambié de trabajo. Se ve que no elegí bien la marca. Pero sí se que con los Fragata puedo llegar a buen puerto.

También podés modificar pequeños hábitos. Por ejemplo, si quisiera que mis vecinos se mudaran lo más fácil sería pedírselo, pero no me harían caso. Ahora, si yo empiezo a comprar más lavandina puede que suceda. No es tan ilógico si lo pensamos. Mi vecino es farmacéutico, vive de vender drogas. Por lo tanto, si yo desinfecto el edificio él va a tener menos trabajo porque la gente se va a enfermar menos. Le va a ir mal, quebrará, se presentará en concurso de acreedores, ganará el mejor acreedor (si no para qué hacen un concurso) y se irán a vivir a un lugar donde le vaya bien con la farmacia. Como Gaza por ejemplo. Aunque perfectamente podrían ni enterarse porque viven en un frasco. Y aparte, qué le importa a un farmacéutico si su vecino es un dolor de cabeza. Qué tema, no resulta mi lógica.

En fin, creo que el tema da para mucho más, pero yo no. Hasta acá lleg
(risas)

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