Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 23 de marzo de 2010

Gastronomía semántica

Tenía hambre y estaba desesperado. Miré a mi alrededor y no encontraba nada que pudiera comer. Resignado, casi desmayado pero sin otra alternativa viable, me comí un garrón. Me cayó pesado; todavía me cuesta digerirlo, pero me sacó la sensación de vacío que tenía. Aunque hubiese preferido un pedazo de vacío para llenarme. Por contradictorio que eso suene.

Después del garrón me di cuenta de que podría haber hecho otras cosas para amainar la sensación de hambre. Podría haber ido a jugar a la pelota y poner mucho huevo. No pasar la pelota y ser morfón. Hasta podría haber hablado huevadas sin sentido para por lo menos llenarme la boca con algo.

No se me ocurrió llamar a algún telemarketer y que me intentara vender algo, así me quedaba masticando bronca solo. Ni siquiera pude pensar en tirarme de la terraza para ver si me hacía puré. Ni hablar de ir a la playa, meterme al mar y revolcarme en la arena. Ya estoy grande para hacer milanesa.

Me lo tomé con soda. No podía ponerme a analizar cada posibilidad. Estaba ligth, ya no tenía azúcar y algo tenía que comer. Casi se podría decir que estaba al horno. Quise ir a un Shopping y buscar la entrada, pero desisití. Había mucha gente y me quedé en el estacionamiento. Busqué un auto chocado que estuviera hecho torta, pero nada.  La próxima vez busco un papel y me abanico aunque no tenga calor, así por lo menos recuerdo que alguna vez locomía.

No hay comentarios: