Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 13 de abril de 2010

Ojos bien cerrados

Me desperté en mitad de la noche. No tengo clara la razón, solo me desperté. Abrí los ojos con cierta dificultad: primero uno, y luego, trabajosamente, los otros dos. Al cabo de un instante estaba completamente despierto, con mis ojos abiertos y lo vi. Desafortunadamente lo vi.

Al otro lado de la habitación, en la pared contraria a la cual yo apoyaba mi lado izquierdo, había otra cama. Por supuesto eso lo sabía, pero lo que había dentro me sobresaltó. En esa cama, dormía un chino. No solo era la primera vez que veía a un chino dormir, sino que además me sorprendió lo que descubrí. Él y yo dormiamos a la misma altura de la habitación. Quiero decir a la misma distancia de la puerta, pero su cabeza estaba a la altura de mi pies y viceversa. Una especie de 69 wireless, si sirve la metáfora. Habría unos dos metros y medio de distancia entre ambas camas, pero yo llegué a ver clarito lo que me cambió la vida.

La poca luz que entraba por la ventana desde el exterior fue suficiente para ver su cara. Por eso supe que era chino. Y entonces hice uno de los descubrimientos más sorprendentes del viaje: no puedo diferenciar si un chino tiene los ojos cerrados o abiertos. Miré a mi alrededor y vi que eran muchos chinos. Diría 5 ó 6 de las 10 camas disponibles en la habitación. Todos dormían, eso creo. A lo mejor me vigilaban pero no puedo saberlo. Digo porque lo que yo veía eran pestañas, muchas pestañas sobre las medialunitas que me parecían sus ojos. Sí, creo que a esa hora tenía hambre además. No pude volver a dormir. Me levanté preocupado.

Al desayunar los observé con insistencia. Tampoco se puede saber fácilmente si cuando ríen se les cierran los ojos. Y ellos se ríen mucho. No estoy seguro de que sean alegres, ni felices, pero sonríen muy seguido. Si no entienden, sonríen. Si entienden, sonríen. Si les sonreís, sonríen. No puedo evitar la pregunta: ¿qué hacen cuando algo les causa gracia? Es como responder a distintos estímulos siempre con la misma respuesta. ¿Harán chistes sobre nosotros, los occidentales? ¿Habrá restaurantes de comida argentina donde si no pedís cubiertos te sirven asado o empanadas con palitos para comer? ¿Tendrán supermercados de occidentales que compitan contra los grandes supers?

Los chinos andan en grupos. Comen lo que conocen y se juntan entre ellos. En general, no convidan ni participan a los otros. Y se amparan en su idioma para mantenernos a raya. Leen al revés, de arriba para abajo y después para la derecha y seguramente son inmunes a la fiebre amarilla.Todo el periodismo tiene fama de amarillista y cuando cuentan una historia seguro que algo inventan. El chino tiene una brújula interna, bien se sabe oriental.

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