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lunes, 19 de abril de 2010

La edad de piedra

Desde hace unos años cuando cayó una gran pedrada sobre Buenos Aires el granizo forma parte de nuestras vidas como una amenaza latente. Es una especie de fantasma que nos asusta cada vez que una tormenta se avecina (es decir que vive cerca). Ahora bien, como los argentinos somos un poco exagerados hemos terminado tomando recaudos incluso cuando se trata de una nubecita. Ayer cayó piedra y también llovió.

De inmediato los medios reflejan la "tragedia" de que caigan piedras. Digo yo, si no tuviéramos autos ni vidrios esas "tragedias" no serían noticias. Somos tan egocéntricos que pensamos que las cosas nos pasan a nosotros, y no que cayeron piedras y nosotros vivimos acá. Como si la naturaleza ocupara un lugar secundario en nuestro planeta. Al menos en nuestro país. 

Entonces ves que los diarios hablan de la tormenta que destruyó tal y tal cosa. De la gente (como yo) con el auto abollado y de todo lo que el granizo hizo. El granizo como si fuera una persona, alguien con voluntad de abollarte el auto, romperte los vidrios o abrirte la cabeza con un hielazo. Y quedamos todos sensibles con el tema. Hasta conozco gente que dejó de comer granizado de chocolate. Y es complicado porque si el granizo toma una connotación tan negativa las heladerías podrían sufrir las consecuencias y tendrían que rebautizar los granizados y la crema del cielo.

Las panaderías no venderían más bollos para pizza porque el horno no estaría para tales. Y las veterinarias deberían rebautizar las piedritas para gatos. Ojo, no estoy pensando en los mini coopers de las botineras sino en los animalitos. Nadie se animaría a tomar Gancia Frozen, las piedras de vesícula serían odiadas y tendríamos seguros para inodoros abollados por estas.  Belgrano dejaría de tener calles empedradas y se prohibirían los senderos de canto rodado. Tandil tendría que dejar se ser la ciudad de la piedra movediza y Piedrabuena cambiaría su nombre por uno más realista. Algo como Piedramaligna sería más apropiado. 

Ni hablar de la calle Piedras. Sería la única autorizada a tener pozos. Si es que sobrevive a la furia de la gente por llevar ese nombre. Los Picapiedras serían ídolos nacionales y ya a nadie se le diría que es drapie, a menos que se caiga arriba de tu auto y te abolle el capot. 

No se, todo esto del granizo y los autos me hizo pensar que la mejor combinación posible en caso de granizo es tener un honda, seguro que las piedras no lo afectan y salen disparadas para otro lado. La próxima vez por lo menos salgo con un vaso de coca. De plástico, por supuesto.

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