Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 28 de enero de 2010

Las huellas

La vida, dicen, es un camino. Más bien empieza con uno y con el correr del tiempo podés elegir diferentes senderos, todos parte del mismo camino que habrás recorrido cuando llegues al final. Es casi una cinta como la de los aeropuertos, empujada por el tiempo y hay quienes tienen la sensación de estar parados siempre en el mismo lugar y que el camino los lleva. Como en cualquier camino que emprendas, lo recorrés dando pasos. A veces lentos, a veces con desconfianza y a veces rápido. Demasiado rápido.

Te puede pasar que cuando tengas que elegir vayas por uno y te quedes pensando qué hubiera pasado si tomabas el otro, o alguno de los otros. Y cuando eso sucede generalmente no prestás atención al que vas recorriendo. Como si tu atención se quedara con la duda e imaginaras el que no tomaste. También ocurre que recorras uno de los senderos muy muy rápido y no veas aquello que vas pasando. Y cuando ese sendero se termina y vienen nuevos, quisieras haberte quedado un poquito más en él.

Y como es un sendero y hay pasos, también hay huellas. Las hay propias y ajenas. A veces recorremos un sendero con personas que ya no nos acompañan en otros. Algunos nos acompañan durante varios senderos y otros desde el comienzo mismo hasta el final. Todos son para nosotros compañeros de viaje. Incluso puede pasar que vayamos por el mismo sendero pero a distinto ritmo, otra vez la idea del timing, y decidamos seguir por distintos senderos, a veces sin volver a mirar atrás.

Los compañeros de viaje, o aquellos con quienes hemos compartido estos senderos que conforman el gran camino que es la vida dejan huellas. Quedan sus pisadas cerquita de las nuestras en los senderos que recorrimos juntos. Algunas son fuertes, se hunden profundo y con el tiempo el sol las secará y quedarán ahí. Otras son más superficiales pero también quedan. Algunas pisadas van en círculos alrededor de las nuestras. Las hay siempre delante de las nuestras y también siempre detrás. De frente, al costado y en sentidos opuestos.

Y también hay personas que van como en el aire. Casi no pisan. O caminarán por asfalto, no se. Lo que sí se, es que a mi me gusta la gente que se embarra pero deja su huella en mi camino.

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