Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 5 de octubre de 2010

Para Elisa



Gracias por tocar el piano y hacernos helado casero. Y por dejar que te demos vuelta la casa los treinta y pico de nietos que tenías. Muchas muchas gracias por dejarnos saltar en los sillones. Creo que en ningún otro lado pude hacerlo. Por no enojarte cuando te robábamos la pascualina que era para la noche incluso teniendo medialunas y tortas para merendar.

Por todos los domingos a la tarde que pasamos juntos y me contaste anécdotas de mis tíos, de mi viejo y de mi abuelo. Incluso las que no querían que se supieran. Gracias por pintarme almohadones y mantelitos; siempre admiré que no te importara tener 80 y pico para empezar a hacer algo. Nunca es tarde.

Gracias a vos descubrí que se puede ser viejo y no ser cascarrabias; y que es divertido reírse de uno mismo. Hubiera pagado lo que no tengo por verte cagar a carterazos al barra de Atlanta que te quiso robar. Escucharía otra vez los poemas que tu papá había escrito y vos recitabas en italiano. Tu viaje a Europa en avión a hélice. Millones de historias. ¡Qué vida tuviste!

Cuanta razón tenía Vicente la vez que te arrastró para cruzar Av. Maipú a mitad de cuadra, en rojo, y como tenías miedo te dijo: "Ay, Chila, Chila ¡qué aferrada a la vida que estás!". Y lo bien que hiciste.

2 comentarios:

budin dijo...

Que puedo decir además de que sos un ternor? Creo que aCsolutamente nada :)

Br1 dijo...

Cualquiera diría lo mismo de su abuela.