Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 26 de noviembre de 2009

Rápido es menos grave

Trataba de pensar por qué tanta gente pasa en rojo los semáforos. Y además apurados, rapidísimo. Empecé a transitar algunos argumentos comunes como la inseguridad, la adrenalina, el desinterés y la falta de previsión. Pero después hice un ejercicio de asociación con otras conductas humanas cotidianas y encontré un patrón.

El tipo salía de la fábrica con cara de preocupado y me dio pena. Entonces paré y le pregunté qué le pasaba. Don Carlos me dijo que estaba mal porque había tenido que despedir a un operario. "Es que la cosa está difícil en su pueblo, así que se iba para allá y lo fui a despedir a Retiro. Y el micro salió 2 horas 35 minutos tarde por un problema con una de las gomas". -¿Pincharon?- le pregunté. -No, el chofer tiene dos laburos, también es cirujano plástico, y se le retrasó un implante mamario, así que salieron cuando terminó la operación- me contestó. Y bueno, pensé, muchos ingenieros manejan taxis, ¿qué tiene de malo un médico chofer de media distancia?

La cosa es que le quería preguntar a Don Carlos por el tema de reducción de personal -les dije que me había topado con un patrón-, y él me comentó que cuando tiene que hacerlo lo hace rápido, porque sabe que es algo malo, aunque a veces sea necesario. Claro, me quedó claro como el agua. Pasar el mal trago lo más rápido posible porque se que estoy haciendo una macana. Ahí está, le pregunto al policía que viene por la vereda opuesta.

Fui y le consulté al agente Juan Carlos López de Retención (su mujer se llama Amapola Retención) por qué la gente cruza en rojo. Y él me dijo que cuando se mandó una y le tiene que confesar a su mujer lo hace rápido, porque se saca el peso de encima.

Parece que ella engordó 47 kilos con el embarazo y cada vez que discuten se le para arriba del pie. Y él tiene gota. Así que cuando tiene problemas con ella lo despacha rápido... Y ahí nomás me interrumpió "me siento un poco atado porque tengo esposas". Claro, es parte del uniforme... No, no, tengo 3 esposas, soy polígamo, me dijo entre angustiado y confundido. Ah, cartón lleno me dije. Y el otro día se lo conté a Amapola, me dijo mientras se le escapaba una lágrima. Memoria emotiva que le dicen, porque se tocó en sus partes con gesto protector. Uy, pensé yo, qué coraje. ¿Cómo se lo tomó? Y... mal. Fue la gota que... Que desbordó el vaso, le digo. No, fue la gota lo que me dolió. Me puso sus 97 kilos arriba del dedo gordo en pleno ataque de gota. Ah, ¡qué dolor!

Me fui contrariado. Ni el patrón que encontré ni la teoría de las macanas me explicaban la razón de porqué cruzamos en rojo. Pero hay algo en común en echar alguien, contar una macana y cruzar en rojo: pensamos que si lo hacemos rápido la falta es menor grave.

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