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martes, 24 de noviembre de 2009

Los incontinentes

¿Por qué será que cuando no tenés paciencia te toca uno de los incontinentes que anda cerca? No quiero generalizar pero suelen ser mujeres. Mujeres mayores. Mayores que yo ahora, porque en unos cuantos años tendré que decir menores.

El perfil de esta mujer -incontinente- es bastante sencillo. Usa sandalias, de preferencia de cuero y con tirita en el talón, hebilla plateada o dorada según el color del calzado, y dedo gordo al aire. No suelen usar el pelo suelto, aunque lo tengan largo (para el estándar de longitud de su edad) y teñido. Coloreado suena mejor. Ah, y el maquillaje.

El maquillaje es un párrafo aparte. Y eso que no soy un experto. De hecho solo me maquillé una vez en mi vida, pero no viene al caso. Decía que el maquillaje es un tema aparte porque es muy típico. Sombra de color claro (plata, celeste, lila), algo de colorete, lo suficiente para parecer pariente lejano de Chucky, y lápiz labial intenso. ¡Y los aros! Grandes y llamativos.

Estos pajarracos urbanos abren sus picos y dejan salir todo lo que les pasa por la cabeza. En general durante un trámite. "Perdí todo en la mudanza" o "Porque mi hijo no me dejó la fotocopia cuando vino a almorzar con la mujer". En fin, cuentan eso. Cuentan todo. Y te miran porque buscan aprobación. Y uno, que aunque agotado de trámites, ruido de aire acondicionado y mujeres verborrágicas tiene menos ganas de hablar que de ir a ver una muestra de estampillas somalíes asiente con la cabeza, sumiso, y esboza una sonrisa de payaso borracho y con el maquillaje corrido.

¿Cuándo vamos a entender que las oficinas públicas son el mejor lugar para hacer catarsis? Si hiciéramos más trámites no habría tantos psicólogos en nuestro país.

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