Ni idea dónde voy pero seguime

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El día gris

Todos tenemos buenos días algunas veces. De esos en los que todo te sale bien. Por ejemplo: llegás a la parada y el colectivo está por venir. Subís y te dicen que pases porque se rompió la máquina. No tenías mucho trabajo y se corta la luz en la oficina. Está lindo el día y te podés ir a la plaza para disfrutar de un día de sol. En fin, creo que se entendió.

También hemos tenido todos alguna vez malos días. Días que nos hacen pensar una y otra vez "¿para qué me levanté hoy?". Por ejemplo: el colectivo no solo tarda en venir sino que se rompe en el camino, llegás tarde al trabajo un día que tenías una reunión a las 9 am (aun cuando entres a las 9.30). Y la luz se va a cortar, pero cuando grababas el archivo actualizado después de la reunión.

O sea, tenemos de los buenos y tenemos de los malos. Pero también tenemos de los otros, los grises. He aquí un reflexión sobre ellos.

No son ni buenos ni malos, y son la mayoría. No te sentís el mejor ni el peor. No te pasa todo lo malo pero tampoco nada bueno. Es un equilibrio, y como tal, puede parecer aburrido. Montónono. Es en uno de estos días grises, cuando uno puede conocer su estabilidad.

Las horas pasan como muchas otras. La vida transcurre sin sobresaltos ni emociones. Y ahora que lo pienso, son los más difíciles. Porque ¿cómo reirnos de algo normal? El humor funciona mayormente sobre la exageración. Habrá que pensar.

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