- ¿Qué te iba a decir?
- No sé, todavía no puedo escuchar tus pensamientos así que no entiendo por qué me lo preguntás.
- Bueno, es una forma de decir.
- ¿De decir qué?
- De decir que me olvidé lo que te iba a decir.
- ¿Y cómo sabés que te olvidaste?
- Perdón, no entiendo.
- Claro. Decís que me ibas a decir algo pero que te olvidaste qué. ¿Cómo sabés que tenías algo para decir?
- Porque te estaba por decir algo y me olvidé qué.
- Eso mismo digo. ¿Vos sabés que vas a decir algo antes de saber qué?
- Y sí...
- Ok.
- ¿Qué tiene?
- Nada, es raro.
- ¿Por?
-
No sé, porque es como tener un tupper pero no saber qué le ibas a poner
dentro. ¿Para qué tener uno si no tenés qué guardar dentro?
- Justamente para guardar algo cuando lo necesites.
- Bueno pero puede que no uses nunca.
- Sí, puede que no lo uses nunca.
- Entonces no tiene mucho sentido tenerlo por las dudas.
- Sí tiene porque si alguna vez lo necesito lo tengo.
- ¿Y por una vez se justifica guardarlo tanto tiempo? ¿Por tan solo una vez?
- Sí. Para mí sí.
- ¿Entonces por qué no tenés frases guardadas para cuando te olvidás lo que ibas a decir?
- Andá a cagar.
- Esa podría ser una.
Últimamente mis diálogos con mi voz interior son bastante raros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario