Ni idea dónde voy pero seguime

jueves, 31 de marzo de 2011

Blanco y negro

Paré en el semáforo con mi auto negro. Justo antes de la senda peatonal. No entiendo eso de senda y peatonal, el Senda es un auto, no tiene nada de peatón. Pero no importa, no era el foco de la cuestión. Miré a mi derecha y había un auto igual al mío, pero contrario. Opuesto.

Como dos gotas de agua pero no. Como el ying y el yang, positivo y negativo, todo o nada. El mío, negro; el suyo, blanco. El mismo auto pero opuesto. Ella llegaba y yo me iba. Me vio. Nos vio. Se quedó mirando, nos estudió. Nos completábamos, nos oponíamos. Era como mirarnos y decir "uy sí, re loco" pero nadie dijo nada. Duró unos 20 segundos. Tan parecidos pero tan distintos: porque yo negro, y ella blanco. Yo hombre y ella hembra. Yo oscuro y ella clara. ¿Se llamará Clara? Yo no tengo huevos para preguntarle... A lo mejor en otra vida fuimos hermanos, carne y uña. O no. Yo Marilyn y ella JFK. Yo luna y ella sombra. Yo ruso y ella yankee. ¿Y si somos el equilibrio del mundo y el destino nos cruzó para la batalla final? El bien y el mal, el mal y el bien. El mas o menos en el medio. Una dura pelea entre la luz y la oscuridad, el helado y el atrás de la heladera, la nieve y el petróleo... El novio y la novia (smoking vs. vestido blanco). Un juego de ajedrez, un arlequín, las máscaras, todo viene a mi cabeza, es una revelación violenta, una explosión de gope y entiendo que el mundo todo está entre nosotros. Somos los extremos.

Todo lo que puede generar un semáforo: una coincidencia, un oxímoron. Blanco y negro, como el alfajor, como el chocolate, la serie. Somos los límites, somos un juego de damas, ajedrez sin reyes, un complemento, equilibrio dinámico. Extremos. Binarios. Somos una balanza...

"¡Dale boludo, arrancá que esta en verde!". Me parece que la gente con autos de colores es menos sensible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué remate tan digno de vos!