Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 29 de enero de 2013

No atiendas un celular que no es tuyo

Yo entré al vestuario como siempre. Cerré la puerta detrás de mí y apoyé el bolso en el banco. Me saqué una zapatilla, la derecha creo y me senté. Me saqué la otra. Las medias también. Me saqué la remera. Miré mi lunar y pensé "tengo que ir al dermatólogo". Hace como 5 años que lo pienso y no lo hago.

Abrí el bolso y saqué el pantalón. Sonó un teléfono. Primero hizo un piiip largo y después música. ¿Qué canción era? Yo la conocía, pero no la podía identificar. Parecía Queen. A lo mejor era. Dejó de sonar. Creo que estaba dentro de alguno de los bolsos que están en el estante de arriba. Me puse el pantalón. Sonó otra vez. Y otra. Nadie venía a atender. Seguro que era de alguno de los de karate que están en el piso de arriba y no lo escucha.

Terminé de vestirme y acomodé mi bolso por ahí. El teléfono volvió a sonar. Impaciente, insoportable. Nunca había hecho esto pero ya no me aguantaba más la intriga así que abrí el bolso rojo y lo encontré. En pantalla el identificador decía algo que no creí: "Elvis". Será algún amigo patilludo y con jopo, pensé. Y atendí.

— Dale, pelotudo, toda la noche te voy a llamar si no me atendés— me dijo la voz desde el otro lado del teléfono. 
— Hola, mirá no sé a quién buscás pero yo estaba en el vest...
— Callate hijo de puta. A mí no me engañás más
— No señor, no me entiende. Yo no soy...
— Sé muy bien quién sos: el que me debe 200 lucas. Y me las vas a pagar.
— Insisto, yo no sé quién cree que soy pero agarré el teléfono que sonaba porque ya no lo aguantaba más, estoy en el vestuario.
— Mirá pibe, esto es así. ¿Yo tengo que cobrar una deuda o matar al que no paga. ¿Atendí yo? No. Así que juntame las 200 lucas porque se pudre. ¿Me entendiste?
— Sí, pero la llamada no era para mí.
— ¿Y vos cómo sabés eso, Bruno?

Se me congeló la sangre. Se me erizaron todos los pelos de la nunca. Tuve frío, transpiré. Creo que casi me cago encima. Discúlpenme la honestidad pero fue así.

No dije nada. No pude. Él siguió.

"Sabemos muy bien quién sos. Dónde vivís y con quién. Era obvio que si te llamaba a tu celular no me ibas a atender después de lo que pasó".

Yo no sabía de qué me hablaba. No sabía quién era Elvis. Bueno, este Elvis. Y tampoco sabía qué hacer. Justo se cortó la luz. Y me vi. Les juro que me pude ver desde afuera de mí parado en un vestuario con un teléfono que no era mío, con una llamada para mí de algún narco o asesino muy pesado. Y no sé cómo. No sé porqué, le dije: "Elvis, guardate. Esto ya fue, perdiste. No jodas más conmigo porque voy a reventar al resto de tu banda. Al Yoni, al Madonna, y al puto del Marciano. Y a todo pelotudito que ande cerca tuyo, ¿me entendiste?".

— Ok, ok, Quedamos a mano por esta vez. Pero no te metas más en mi territorio, ´tamo?
— Cuidate, Elvis. Y no me rompas más las pelotas que me caés. bien.
— Chau.

Volvió la luz. Dejé el teléfono y salí. Me sentí un gángster.

3 comentarios:

Vale dijo...

You broke my heart Fredo, you broke my heart.

Maldo dijo...

Buenísimo!!

Br1 dijo...

Aguanten los Yakuza.