Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 5 de junio de 2012

Cuatro dígitos

Ingrese los cuatro dígitos de su reserva decía el cartel al lado del teclado numérico en la puerta del Hostel. Nos miramos. -Tranquila, tengo el papel con las reservas impresas-. Seguimos las instrucciones y entramos.

Adentro fue sorpresa: nos recibió una máquina. No gente; una máquina. Otra vez nos miramos y yo entendí que teníamos que interactuar con ella. Seguí los pasos, introdujimos los números de la tarjeta de crédito y menos de dos minutos después teníamos la tarjeta magnética de la habitación con nosotros. El ticket no porque no tenía más papel.

Increíble, hicimos un check in sin ver a nadie.

Subimos a la habitación, dejamos las cosas y salimos a recorrer Barcelona. Paramos en varias Patisseries, comimos chocolates, caminamos la rambla. Terminamos por ir a visitar a un amigo de la infancia de Lu, radicado ahí hace ya una década. Nos quedamos a cenar.

Volvíamos en el subte muy cansados mirando la nada y viendo pasar todo cuando me sobresalté. "No tengo el papel con los números de la reserva", dije. Hubo silencio. "No podemos entrar al hostel", agregué para terminar mi razonamiento.

Mientras llegábamos pensábamos alternativas. Yo tenía solamente una cosa en la mente. Cuatro en realidad. Tenían que ser. Tenían que ser. ¿Qué podíamos hacer, sin gente para hablar ahí a las doce de la noche? Sin un teléfono. Va a ser, tiene que ser.

Nos paramos frente a la puerta y le dije: "Probá este número 3619". No funcionó. Probamos de nuevo. Nada.

Entonces, no sé cómo ni de dónde, vino a mi mente otro número. Probamos. Funcionó. Entramos. 

Todavía no sé en qué parte de mi memoria estaba guardado. Debo tener un bolsillo secreto en la cabeza. Ahí estaban los cuatro dígitos.

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