Ni idea dónde voy pero seguime

viernes, 14 de enero de 2011

El perro del subte

Me tomé la línea D a las 9 de la mañana aproximadamente. Esperé un viaje ajetreado y apretujado, pero nunca canonizado. No vino Juan Pablo II pero había un perro. Sí, un can.

El tipo entró, oteó y se tiró a mis pies. Todavía no tengo en claro qué es más raro, si un perro viajante en subte o ir sentado en hora pico. La cosa es que el perro se echó plácidamente delante de mis pies y poco le importó la atenta mirada de los pasajeros y pasajeras. Pensé que tal vez había algún gato que viajara a esa hora y se sentiría incómodo ante su presencia. O que él buscaba alguna perra. Incluso a alguien con pocas pulgas. Se podría ir a buscar a la difunta correa para ir a pasear juntos. No, este era bicho de ciudad.

Yo lo miré un ratito y me imaginé qué pensaría él. "Qué bueno que no leo el diario para no amargarme". O capaz algo como "suerte que no uso zapatos así no me venden medias". La cosa es que el perro viajó una estación y se bajó. Se bajó. Sí señores, esperó a que abrieran las puertas del vagón y se fue sin decir ni mu.

¿Sabría donde bajaba? A lo mejor tiene una novia y le da fiaca caminar hasta la casa y se toma el subte. ¿Qué pasa si el chancho lo ve sin boleto, lo baja? Si le pasa eso le podría dar rabia, qué peligroso.

Ojalá me lo vuelva a cruzar al perro del subte, me cayó bien.

3 comentarios:

Zeithgeist dijo...

yo que vos me lo llevaba a casa. Sono a esos perros q se mueren en tu tumba.

Br1 dijo...

Puede ser, a lo mejor si lo invitaba venía.

Anónimo dijo...

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