Ni idea dónde voy pero seguime

martes, 19 de agosto de 2014

Ubicuidad

Pensaba en cómo escribir sobre este tema sin hacerlo aburrido. No sé si lo logre pero vale la pena intentarlo. Hace años, cuando todavía era rebelde, me resistía con todo mi ser a usar celular. No hace tanto, no creas.

¿Por qué? Porque consideraba que las personas podían ubicarme fácilmente. O bien en el trabajo, o bien en mi casa (de mis viejos en aquél momento). Y no me equivocaba. Había vivido 25 años de ese modo. ¿Qué podía ser tan importante como para que no pudiera esperar una hora, dos máximo a que llegara a alguno de esos lugares?

No es que hoy haya cambiado tanto mi forma de pensar, creo que cambió el enfoque. No es la urgencia, es la facilidad. La opción. Poder elegir y bajarte del bondi a mitad de camino para encontrarte con alguien. O "charlar" mientras vas de un lugar a otro.

Con el tiempo les agregaron cámaras mejores y no faltó mucho para que tuvieran aplicaciones que nos permiten compartir las fotos que sacamos. Y dónde. Y dónde vamos, fuimos o iremos. Y con quién.

También la música que escuchamos. O si nos gustó algo que alguien escribió a quien tal vez nunca jamás en nuestra vida vimos ni veremos. Sin contar la cantidad de explicaciones y aclaraciones que ahora hay si se tiene una pareja que habita las redes sociales.

Nuestros hábitos han cambiado mucho. Hoy prácticamente cualquiera puede saber dónde estamos y con quién. Si es que así lo permitimos. Y a veces aunque no lo hagamos. Triangulación de antenas si hiciera falta y más o menos sabrán.

Es paradójico porque siento que cada vez sabemos más de quienes sabemos menos y menos de quienes sabemos más. Pensá si no cuánto conocés del detalle del día de tu pareja y compará con lo que sabés de quienes seguís en Twitter.

Cada tanto yo hago algo. Me gusta hacerlo para sentirme libre. Te cuento. Por si querés imitarme. Salgo sin celular a caminar con mi perro. Sin rumbo fijo. Y hablo con personas que no conozco. Y nadie sabe dónde estoy o si hice check in o chek out de un lugar. Ni si saqué una foto y la compartí. Me gusta porque siento que estoy de nuevo en el siglo pasado (así es, somos del siglo pasado algunos) cuando me iba y volvía recién a las 4 o 5 horas y tenía un montón para contar.

Es que a veces siento que cuando hago check in o tuiteo o etiqueto o comparto algo no soy yo el que comunica. Es mi celular.

2 comentarios:

Vale dijo...

ja! muy cierto!
Yo hasta hace poco tenía un celular viejo que apenas servía para hablar, pero tuve que "modernizarme" por cuestiones laborales.
Lo que sí sigo sin Facebook, ni Twitter, ni Linkedin, ni nada. Y los que me conocen bien saben que si me "charlan" por un teclado voy a ser bien breve, y casi seguro propongo ¿y si nos juntamos?

Igual sé que de algunas cosas me quedo afuera. Pero por ahora son más los pros que las contras. Probalo.
Besos

Br1 dijo...

Cada tanto está bueno desconectarse un rato.