No sé bien si eligió vivir en la ciudad del viento o ella lo eligió a él.
Podría parecer una casualidad, pero habiéndolo conocido un poco yo creo que no fue así.
Donde hay viento, hay aire. Hay ráfagas, brisas, remolinos y soplidos. Es un hábitat ideal para remontar barriletes. Para ir largando la piola y que tomen altura las ideas.
Cuando el viento sopla mucho hay que refugiarse adentro. Replegarse.
Y él era un experto en plegado.
Recordaré los trekkings intelectuales a mente traviesa que compartimos.
Hasta siempre, Polo. Hay hilos que no se cortan nunca.
3 comentarios:
Hermoso, emotivo y positivo el perfil de Polo que has hecho. Asi era él. Siempre dejaba en las charlas alguna puerta abierta en la cabeza del interlocutor, que ayudaba a pensar. Gracias Bruno. Me ayudó tu texto a achicar mí tristeza.
Impecable. Gracias Bruno por esta semblanza de nuestro querido maestro Polo.
Hay hilos que no se cortan nunca.
Nunca.
Y se me llenan los ojos de lagrimas.
Y pienso, seamos libres, seamos viento, seamos barriletes. El, seguro estará feliz con la idea.
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